El sacerdote jesuita fue el encargado de dictar la Clase Inaugural 2016 de la UCSC, donde se refirió a “Desafíos de la cultura actual para nuestra vocación universitaria”.
Constató el desarraigo y el individualismo, pero también el amor, humanismo y servicio. Estos fueron solo parte de los conceptos utilizados por el sacerdote Jesuita, Fernando Montes, quien este martes dictó la Clase Inaugural “Desafíos de la cultura actual para nuestra vocación universitaria”, en el inicio del año académico 2016 de la UCSC.
El Rector, Christian Schmitz, dio la bienvenida a las autoridades regionales, universitarias, académicos y estudiantes que asistieron a la ceremonia realizada en el Teatro del Centro de Extensión de la UCSC. Schmitz, destacando los 25 años que cumple la institución, se refirió a un hito que marcará este nuevo periodo, la Acreditación Institucional, proceso que convoca a toda la comunidad universitaria, y que fortalece la vocación católica y pública de la UCSC.
El Padre Fernando Montes, ex Rector de la U. Alberto Hurtado y actual miembro del Consejo Superior de esa Casa de Estudios, dedicó la primera parte de su intervención a definir la vocación y la cultura, para luego referirse a la situación actual de la sociedad y al papel de las universidades en este contexto. Haciendo mención a que la UCSC ha cumplido 25 años de existencia, declaró que así como la cultura no es inmóvil, cambia, y el hombre va reformulando su vocación, así también la vocación de esta Universidad no es la misma que hace un cuarto de siglo, y las autoridades deben discernir constantemente el camino a tomar.
“Hoy sin querer estamos promoviendo un fuerte individualismo, que para colmo es altamente competitivo. Hoy en la educación solo se habla de derechos, en la reforma educacional, en el derecho a la gratuidad, y curiosamente pocos hablan de la responsabilidad, y si hay algo profundo en la educación es formar gente responsable de su país y de los demás» dijo el sacerdote, al analizar el contexto actual que vive la sociedad, especialmente en Chile.
El neoliberalismo, prosiguió Montes, puso lo económico y la productividad al centro del progreso, y al dinero como supremo valor, desvalorizando lo gratuito. “Y lo más importante de la vida no tiene precio: nadie paga una sonrisa, nadie puede pagar una amistad. Esto hay que tenerlo muy en cuenta”.
Recordando situaciones que ha vivido a lo largo de su trayectoria como académico universitario, señaló que “son innumerables los muchachos que no se atreven a contar un fracaso a sus padres. Los padres meten a sus hijos a la universidad para triunfar, no para seguir su vocación”.
Por eso, dijo, ante una juventud que es inquieta tiene sentido recordarle el mensaje de Jesús, la vida se gana cuando se da. “Si hay algo profundo en nuestra vocación es que la vida vale si es para los demás. Los pobres son dignos de respeto y especial destino de nuestra profesión. Cómo quisiera que los profesionales de esta Universidad marquen la sociedad y sean el amparo de los pobres y la voz de los sin voz. Que no sean estudiantes que piensan solo en su autorrealización”.
El desafío actual de las universidades, y en especial de las católicas, enfatizó, es enfrentar la nueva cultura y dialogar con ella. Lo esencial de una universidad católica, agregó Montes, no es que marche como reloj, sino que tenga alma. Hay que gestionar el carisma, no es cumplir las normas de un canon, sino transmitir cristianismo. “La esencia de la fe no es una doctrina, es un encuentro profundo con un hombre, Jesús, cuyo testimonio es capaz de cambiar la vida. (…) El sacerdote concluyó declarando que frente a la universalidad y la globalización, Jesús habló de un padre para todos. En ese sentido es básico en el católico el ser abierto, dialogante, para aportar a la moderna globalización.