Monseñor Antonio Moreno visitó la UCSC

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Monseñor Moreno dice que ha visto cómo los ex alumnos no sólo se insertan en la sociedad como excelente profesionales, sino también como católicos comprometidos. En la imagen, acompañado por Mons. Fernando Chomalí, Monseñor Ricardo Ezzati y el Rector Dr. Juan Cancino, en la presentación del libro “Bioética. El valor de la vida humana a la luz de la razón y la fe”.
Monseñor Moreno dice que ha visto cómo los ex alumnos no sólo se insertan en la sociedad como excelente profesionales, sino también como católicos comprometidos. En la imagen, acompañado por Mons. Fernando Chomalí, Monseñor Ricardo Ezzati y el Rector Dr. Juan Cancino, en la presentación del libro “Bioética. El valor de la vida humana a la luz de la razón y la fe”.

El Arzobispo emérito de Concepción y primer Gran Canciller de esta casa de estudios, ve con admiración lo que calificó como la madurez de la Universidad que él contribuyó a levantar.

Cada vez que regresa a la UCSC, Monseñor Antonio Moreno Casamitjana se emociona. Tras la presentación del libro de Monseñor Fernando Chomalí, Obispo Auxiliar de Santiago y Presidente de la Comisión Nacional de Bioética de la Conferencia Episcopal, que se realizó el 5 de enero en Campus San Andrés, el Arzobispo emérito de Concepción se detuvo para reflexionar sobre esta casa de estudios que inició su camino con él a la cabeza.

-¿Cómo ve hoy a esta, su Universidad?
-Madura. Después de haberla visto nacer, con todas las dificultades que tuvimos para vencer los desafíos de los primeros tiempos, ver esta Universidad hoy día me causa una satisfacción inmensa y una gran gratitud a Dios, así como también una gran admiración por todos los que han trabajado en estos años, que no siempre fueron fáciles. Veo tantas caras que pertenecen a la primera época… la fidelidad con que se han identificado con esta Universidad y los resultados que están obteniendo realmente a mí me llenan de satisfacción.
Monseñor recuerda el riesgo que significaba iniciar una Universidad Católica en Concepción hace ya 18 años. “Pero parecía que era la voluntad de Dios. Habiendo discernido eso nos lanzamos, conté con buen equipo de apoyo, de personas que todavía trabajan en la Universidad, que tenían mucho entusiasmo y que han conseguido todo lo que sé”.

-Además hoy la Universidad sigue encabezada por la administración que, en su último período como Gran Canciller, usted nombró.

-Sí, están todavía. Eso es una gran seguridad para mí, ver que ha cambiado la autoridad superior de la Diócesis, pero que ha visto que las personas que estaban dirigiendo esta Universidad eran las que debían seguir y las ha conservado y se siente muy a gusto con ellas y ellas con él.

-¿Cuáles diría usted que hoy son las principales fortalezas de la Universidad ante la sociedad regional y nacional?
-No conozco en detalle los desarrollos, pero creo que la fortaleza fundamental es que es una Universidad Católica, que tiene conciencia de serlo, que tiene un buen centro de Teología que mantiene en todas las unidades esta consciencia y una sabiduría acerca de lo que significa esa definición. En un mundo que no es especialmente favorable en todos los aspectos a las ideas cristianas, uno ve que las personas que están en esta institución y los alumnos mismos van comprendiendo el valor de lo que se les da. Y se ve que los egresados tienen capacidad científica y tecnológica para insertarse en el mundo con pleno derecho, pero al mismo tiempo lo hacen con una conciencia de algo que les es propio y de lo cual dan testimonio. A mí me consta porque me he encontrado con profesionales en diversas partes que fuera de ser buenos profesionales, tienen una definición católica que asumen conscientemente. Así que estoy muy contento.