Proyecto Fondef-Huam de académico de Ciencias demostró en terreno y para tres especies de algas qué técnicas simples pueden ayudar al desarrollo de áreas de manejo de pescadores artesanales.
Los altos costos de la tecnología para el cultivo de especies aleja a los pescadores artesanales de distintas caletas de la región, de las posibilidades de desarrollarse y competir con regiones que crecen más rápido, sobre todo después del terremoto de 2010, que afectó especialmente a la producción de algas en las costas del Biobío.
Sin embargo, un proyecto Fondef impulsado por el Dr. Ricardo Otaíza de la Facultad de Ciencias UCSC, propone estrategias más simples, eficientes y de bajo costo, que fueron comprobadas en terreno para tres especies de algas. Estas son la luga corta o “cuchara”, luga negra, y chicoria de mar, que son de interés comercial para pequeños pescadores artesanales. Y estos resultados fueron plasmados en manuales para cada especie, y uno dedicado a la transferencia tecnológica.
Se trata del proyecto Fondef -HUAM AQ12I0004, titulado “Estrategias tecnológicas para la restauración y aumento productivo en algas rojas de alto impacto económico-social: repoblamiento como mecanismo para potenciar el rol de las áreas de manejo de la Región del Bío Bío”. Para llevar a cabo el proyecto, los investigadores trabajaron con los sindicatos de pescadores artesanales de Cocholgüe, Cerro Verde de Penco y Punta Lavapié en Arauco, además de empresas, y la Subsecretaría de Pesca y Acuicultura como institución mandante.
Como explicó el Dr. Otaíza, Chile está entre los principales exportadores de algas rojas a nivel mundial, materia prima ocupada para la extracción de geles utilizados en diversos tipos de industria, incluida la alimenticia, farmacéutica y de biotecnología entre mucha otras. Tradicionalmente, la obtención de las algas ha sido a través de cosecha desde praderas naturales o cultivo. Inspirados en la simpleza del modo de cultivo del pelillo, se propusieron técnicas simples de repoblamiento para los tres recursos –que tienen problemáticas distintas-, y fueron puestas a prueba en diferentes épocas y localidades en la Región del Biobío.
Para la chicoria de mar se favoreció la adhesión de fragmentos, mientras que se diseñaron «cortinas de láminas» para dispersar esporas de la luga negra, resultando en técnicas simples, efectivas y de bajo costo para el repoblamiento de algas. Para la luga corta, que mostró más complejidad, se requirió cultivar sustratos en laboratorio para luego llevarlos al terreno, sin embargo la técnica es adecuada para la restauración de praderas de algas.
Ricardo Otaíza agregó que en este proyecto se trabajó con tres algas diferentes diseñando las técnicas, poniéndolas a prueba y evaluando los resultados en condiciones de terreno. El investigador adelantó que gracias a la adjudicación de un nuevo proyecto Fondef (Fondef Regional D13R20031)
estudiarán lo que sucede con la “chasca roja” o Gelidium lingulatum.