Expertos analizaron y reflexionaron sobre los desafíos antropológicos y pedagógicos que demanda su correcto uso en el ámbito educacional.
Durante dos días, cerca de mil personas se congregaron en torno al VIII Congreso Nacional de Educación Católica. En esta nueva versión, llevada a cabo en modalidad online, la inteligencia artificial, y sus desafíos antropológicos y pedagógicos fueron abordados por distintos expositores.
La segunda jornada del encuentro contó con las palabras iniciales del Rector de la UCSC, Christian Schmitz, quien destacó la importancia de que la persona humana sea puesta en el centro de las decisiones que determinen los avances de la ciencia.
“Nace el desafío de definir metas que genuinamente ponen a la tecnología al servicio de las personas, que mejoren la calidad de vida de los educandos y humanicen la sociedad. Las universidades participan cumpliendo un rol fundamental, más aún las católicas, en hacer presentes los temas éticos y valóricos que están de por medio. La UCSC debe cumplir ese rol y responsabilidad por sus valores institucionales que forman su sello identitario”, sostuvo la autoridad.
Tras las palabras del Rector, expuso el Arzobispo de Concepción y Gran Canciller de la Universidad, Monseñor Fernando Chomali, quien sostuvo que se debe tener mucho cuidado en usar la palabra inteligencia para aquello que no corresponde. “La inteligencia es solo atribuible al ser humano, lo demás son operaciones hechas por algoritmos, realizadas además por los humanos, que ayudan a obtener más información y, tal vez, conocimiento. Pero, lo que nunca van a lograr hacer es obtener más sabiduría, que es la más alta realización del ser humano”.
Monseñor Chomali agregó que el intelecto es una potencia del alma, que tiene la capacidad de entender, es una potencia pasiva que recibe de otro y el ser humano es capaz de absorber, capitalizar y crear cultura, así como de experimentar emociones, algo que las máquinas no podrán hacer.
“Tengo el mejor concepto de la ciencia, pero tengo la obligación de ver los dilemas éticos que puedan significar estas máquinas. En este nuevo avance de conocimiento valen, absolutamente, los principios de la Doctrina Social de la Iglesia. La inteligencia artificial es un medio no un fin, tenemos que rescatar siempre la primacía de las personas sobre las cosas, de la ética sobre la técnica y el valor de los bienes espirituales por sobre los bienes materiales”, señaló.
La autoridad eclesiástica concluyó sosteniendo que “Todos nosotros hemos sido creados para amar y ser amados. Ahí encuentra la culminación de la felicidad el hombre y la máquina, la mejor máquina que se pueda hacer, jamás va a poder vivir esa experiencia única e irrepetible que es la experiencia del amor, que para los creyentes la fuente última de ese amor es Dios”.
Esta segunda jornada contó también con las palabras del presidente de la Pontificia Academia para la Vida, Monseñor Vincenzo Paglia, quien afirmó que “La Inteligencia artificial es la nueva frontera de la humanidad y su prioridad debe ser el apoyo a los derechos humanos fundamentales, el fortalecimiento de las relaciones sociales y la promoción de la solidaridad entre los pueblos. El mundo debe garantizar esta nueva forma de utilizar las tecnologías para el bien de nuestras sociedades y el desarrollo sostenible. En un sistema en el que una máquina podría tomar una decisión, debemos asegurarnos de que la decisión de ese sistema se tome de una forma que garantice la confianza de las personas”.
De igual modo, se presentó el panel “Neurociencia y su impacto ético y social en el mundo de la educación” integrado por Manuela Lara, directora del Programa Set Veintiuno de Santillana; Catalina Araya, directora de educación de la Fundación País Digital y fray Paulo López, académico del Centro de Bioética UC. El moderador de los expositores fue Alfredo García, Decano de la Facultad de Comunicación, Historia y Ciencias Sociales de la UCSC.
Las dos jornadas del congreso están disponibles en www.iglesia.cl.