Javier Lagos Hausheer quería hacer un intercambio estudiantil en alguna universidad extranjera. Cuando supo de las becas DAAD postuló de inmediato.
Javier Lagos Hausheer quería hacer un intercambio estudiantil en alguna universidad extranjera. Cuando supo de las becas DAAD postuló de inmediato, a pesar de no saber ni pizca de alemán, sólo algo de inglés.
“Sabía que había que hacer el esfuerzo para poder ir, nada es gratis”, dice. Y así lo hizo, cuando estaba en quinto y medio de Ingeniería Civil Industrial. Tras obtener la beca, ésta le permitió estudiar alemán por alrededor de un año antes de partir, en 2008, a cursar un año de intercambio a la Technische Universität de Berlin, en Alemania.
Hoy como alumno tesista, a casi tres mese de su regreso, su balance es más que positivo. “La experiencia fue espectacular. De partida Berlín es una ciudad súper cosmopolita donde puedes conocer distintas realidades (…) La red de contactos que haces es súper importante, además para mí poder hablar otro idioma es tremendo, era algo muy lejano, con suerte entendía un poco de inglés y ahora entiendo inglés y hablo alemán”, dice.
En lo académico, añade, todo también resultó “súper bien”. “Creo que la única diferencia que hubo con respecto al nivel era el idioma, porque la verdad es que los ramos que tomé allá no eran tan difíciles, eran de quinto año. No eran de tanta matemática, sino más de Business y Management. Los tomé precisamente porque no eran tantos números, sino más letras y me obligaba a estudiar y aprender más palabras”.
De hecho en Alemania siguió con cursos para mejor el idioma. “Cuando llegué entendía re-poco, pero después te vas acostumbrando. Va en ti también cómo te vas integrando a la sociedad, tratar de hacer amigos, conversar con tus vecinos, además hay un montón de gente que está en tu misma posición”.