Cecilia Gutiérrez, psicóloga Unidad Desarrollo Organizacional UCSC.
Estamos a días de salir de vacaciones, algo sin duda muy esperado por todos. Las consecuencias del trabajo de todo un año, se sienten y el cansancio físico y mental está presente en mayor o menor medida. La energía no es la misma y cuesta concentrarse. Tenemos dificultad para dormir y el exceso de tensión pasa a ser una molestia física, junto a la jaqueca y la fatiga.
Es común en este periodo sugerir a los otros “desconectarse”, aunque usted mismo no lo haga de inmediato, pues al parecer necesitamos tiempo para desconectarnos, así como tiempo para la conectarnos en el regreso. Ambas situaciones nos impactan.
¿Qué hacer entonces para que estas vacaciones realmente lo sean? La llamada “desconexión” implica dejar de lado el teléfono y las redes sociales, hasta el punto en que pueda tolerarlo, sin generar una nueva presión. Así también, aprovechar de hacer esas cosas, que siempre decimos que haremos cuando tengamos tiempo, como visitar a un familiar, conocer un lugar o realizar algún hobby o deporte, es indispensable.
Otro punto importante es no presionarse por cumplir una rutina en vacaciones, algo que tendemos a hacer con frecuencia, pues como buen planificador/a, establecemos horarios y definimos objetivos para cada día. Desde esa perspectiva debe relajarse, improvisar y disfrutar el día.
Algo que debemos tener en cuenta es que existe el ocio pasivo y el ocio activo. Un ejemplo de ocio pasivo podría ser, mirar televisión, en cambio, el ocio activo sería andar en bicicleta.
Cuando realizamos actividades de ocio activo terminamos cargados de energía, porque todo nuestro cuerpo ha intervenido y ha vivido la experiencia, probablemente generando algún aprendizaje. En un comienzo puede provocar esfuerzo y ansiedad, pero luego se disfruta. En cambio, el ocio pasivo implica observar cómo otros hacen algo, siendo actividades que no implican esfuerzo y ansiedad, pero tampoco disfrute. Por lo mismo, se sugiere en vacaciones incluir una “dosis” de ambos, pero con predominio del ocio activo.
Finalmente, vacaciones es un buen periodo para revitalizar las relaciones personales y encontrar inspiración en ambientes o situaciones diferentes a la cotidianeidad. Así también para reflexionar sobre las prioridades en la vida y conectarse con las propias necesidades, escuchando “al cuerpo y la mente”.