Cecilia Gutiérrez, Jefa unidad de Desarrollo Organizacional UCSC.
Hemos escuchado en repetidas ocasiones que, es en tiempos difíciles donde se conocen las personas, pero ¿qué tan acertada puede ser esta frase al asociarla con lo que ocurre al interior de los equipos?
Piense en su propio equipo, su Unidad, Departamento o Dirección. ¿Se siente más cerca o lejos de sus compañeros?, ¿sabe algo de ellos?, ¿interactúa?, ¿tiene la posibilidad de pedir su ayuda?, ¿ha sentido consideración y/o apoyo de su equipo?, ¿es posible que pueda comentar sobre su situación en particular?, ¿confía en ellos?, ¿siente que ellos confían en usted?, son muchas más las preguntas que podríamos hacernos.
Los equipos están conformados por personas y la suma de sus actitudes, creencias, comportamientos, la comunicación y el trato que ejercen. No conozco una persona que, crea realmente que no importa el trato y la conexión. La mayoría de las personas son sensible a la interacción con otros. Todos necesitamos vincularnos y ser bien tratados.
Así también, los equipos tienen energías y dejan huellas en las personas. Hay equipos sanos y otros no tan sanos. Los equipos no tan sanos se caracterizan por generar un clima distante, tenso y negativo, donde la culpa a otros, actitudes defensivas, indiferencia y ataques, son el pan de cada día. En este equipo se trabaja en base a la exigencia. Exigirse y buscar hacer las cosas perfectas requiere un esfuerzo importante y ante la imposibilidad de lograrlo, la persona exigente y la exigida, sufren continua insatisfacción y autorreproche. El exigente se centra en el hacer, lo cual tiene un componente de obligación.
Por otra parte, los equipos sanos, son equipos en los que la responsabilidad es compartida. No hay culpables y no existe indiferencia. Todos importan y la persona se siente a gusto y confiado. Existe cohesión y también conflicto, pero éste se resuelve de manera saludable. En este equipo se trabaja en base a la excelencia, que significa “cuidado y atención por hacer las cosas de la mejor manera posible”. En este clima, surge la creatividad, la confianza, el crecimiento y el aprendizaje, sacando “lo mejor de nosotros”.
¿Cuál es la clave? Marcial Lozada, psicólogo y matemático señala que “la clave está en la conectividad, orientación hacia sí mismo y hacia otros, indagar y convencer y una positividad superior a la negatividad”.
Agregaría…escuchar…escuchar…y escuchar. ¿Usted sabe escuchar? ¿dónde aprendió? ¿quién le enseñó? ¿sabe realmente cuándo está escuchando? Puede que al hacerse estas preguntas aprenda algo. Yo lo estoy haciendo.