La comunicación como un acto natural

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Clima Laboral, Comunicación Interna

Cecilia Gutiérrez, psicóloga Unidad Desarrollo Organizacional UCSC.

Hace unos días revisé un documento en el que se plantea que las plantas poseen un sistema de comunicación muy interesante. El neurocientífico Stefano Mancuso, de la Universidad de Florencia, señala que las plantas poseen sentidos, que son capaces de resolver problemas, que tienen memoria y que incluso reaccionan a la música y se ayudan unas a otras frente al peligro. Claramente, estas aseveraciones generaron en mí una serie de dudas, pero más allá de las evidencias, pensé en lo natural que es comunicar y cómo muchas veces, las personas nos encargamos de hacer que lo natural, no funcione.

Las plantas tienen una comunicación química que es muy eficiente. Las personas se comunican de acuerdo a sus habilidades y estados de ánimo. Para las plantas, los patrones están claramente definidos, mientras que para las personas una conducta puede tener muchos significados. Hay personas que no filtran y carecen de empatía y muchas veces hablan en los momentos menos adecuados. Llamar la atención en público, claramente es una señal de ello.

Al continuar mi lectura, me centro en lo que pasa cuando un insecto ataca por contacto a una planta y ésta emite una molécula detectada por otras plantas de su entorno. La planta se encoje y de esa forma se protege ante el futuro ataque. Esta molécula es el glutamato, que también actúa para efectos parecidos en los animales. Tanto plantas como animales se cuidan, protegen y advierten. Es decir, hacen una defensa global. Es como si se pusieran de acuerdo. Al repasar esto, reflexiono cómo algunas personas hacen defensa de su propia persona, sin advertir y sin anticipar a otros. En ocasiones, consulto a las personas ¿le advirtió de esto? y me responden, “¿por qué debo hacerlo? es su trabajo y no es mi problema”.

Comunicarse es un acto consciente de intercambiar información y recibir retroalimentación, pero que a la vez implica voluntad. Así, cuando uno quiere transmitir un mensaje y otra persona lo recibe, comunico. Esta comunicación puede ser verbal o no verbal. Para las plantas, el canal de comunicación es una señal química, lo que me hace pensar que, para las plantas es “más fácil” comunicarse, porque no interpretan. En cambio, una palabra nuestra puede tener decenas de significados. Las personas interpretamos y colocamos “intenciones” en nuestras palabras y gestos. Un “gracias” puede significar el más genuino sentimiento de una persona hacia otra, así como también puede contener un elevado sarcasmo, dependiendo de la entonación, el momento y el acompañamiento gestual. Eso sin duda nos complejiza.

Las plantas se benefician de la compañía de otras, ya sea porque estimulan su crecimiento o bien porque ayudan a mantener a raya a los posibles depredadores. Las personas también se benefician de la compañía de otros, pero en ocasiones la competitividad nos supera, generando verdaderos “bloques” que obligan a una persona a estar en uno u otro “bando”. El apoyo mutuo es natural para las plantas, por ejemplo, el poroto con el maíz, se dan bien juntos, mientras que hay personas que “no se llevan” y aparecen nuevamente las “intenciones” como excusa.

Las reflexiones que podemos hacer al respecto son numerosas, lo importante es ser capaces de darnos cuenta.