Cecilia Gutiérrez, psicóloga Unidad Desarrollo Organizacional UCSC.
En el año 1969, Philip Zimbardo, psicólogo social de la Universidad de Stanford, realiza un interesante experimento social que consistió en abandonar un vehículo en buen estado, en un barrio considerado “pobre, peligroso y conflictivo” y otro, en idénticas condiciones en un barrio considerado “rico, tranquilo y seguro”. En el barrio “pobre” a los pocos minutos fue desmantelado y totalmente destruido. En el barrio “rico” pasaron semanas, sin que fuera intervenido. Este resultado, claramente, llevó a muchos a pensar en que la variable “pobreza-riqueza” explicaba el hecho.
Sin embargo, Zimbardo continuó con el experimento y agregó una variante, romper una de las ventanas del vehículo con un martillo. Entonces, dejó abandonados los dos vehículos con sus ventanas rotas, en cada uno de los lugares y ocurrió algo inesperado. Ambos vehículos fueron desmantelados.
¿Cómo se explica esto? Al parecer, una ventana rota “es un llamado”, pues transmite el mensaje “¡no me cuidan, así que… destrúyeme¡”. Es decir, transmite la idea de “desinterés”, lo cual afecta los códigos de convivencia y con cada “nuevo ataque” aumenta esta sensación, dando paso a “un ciclo en espiral”.
Ahora bien, ¿cómo vivo este fenómeno en mi vida diaria? Por ejemplo, si un área verde no se mantiene y comienzan a deteriorarse las estructuras de los juegos emplazados en ella, pronto se convertirá en un sitio destruido. Si en tus relaciones de trabajo emites “malas palabras” y faltas el respeto, y no se trabaja en esto, pronto será más fácil para el resto continuar haciéndolo. Si al interior de tu hogar, permites “un portazo”, pronto esto pasará a ser cotidiano y natural. Tiene mucho que ver con la manera en que naturalizamos las cosas.
“La no reparación inmediata de un daño emite un mensaje a los demás; esto se permite». Por lo mismo, si queremos evitarlo, hay que “arreglar la ventana rota cuanto antes”. Esto significa también, que debemos preocuparnos de “no romper ventanas ajenas”; ya sean físicas o emocionales y así también, “no expandir el daño”.
Entonces, invito a los miembros de la Comunidad UCSC a identificar estas ventanas rotas y repararlas.