El miedo al Coronavirus

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Clima Laboral, Comunicación Interna

Cecilia Gutiérrez, Jefa Unidad Desarrollo Organizacional UCSC.

Una de las cosas que más me ha llamado la atención en estos días, es cómo el miedo al Coronavirus ha provocado un impacto importante en las personas a nivel emocional y cognitivo, pero no necesariamente a nivel conductual. Ejemplos hay bastantes, basta con mirar las redes sociales para darnos cuenta.

El miedo es una emoción básica y fundamental para la supervivencia. Posibilita prever y no asumir riesgos que puedan costarnos la vida y a la vez permite adaptarnos a una situación difícil.

El miedo además activa comportamientos de cuidado personal y de otros. Ante una amenaza real, es muy efectivo liberando las hormonas del estrés como la adrenalina y el cortisol entre otras, desencadenando respuesta autónomas y conductuales, lo cual nos prepara para la tan conocida “lucha o fuga”. Esta respuesta es refleja, pero la evolución también nos ha dotado de la capacidad de aprender, permitiéndonos interpretar y responder en concordancia a la amenaza.

La actual cuarentena en la que estamos en la región y el aumento de los contagios, nos da una clara señal sobre la gravedad de la amenaza. Pero al ser una amenaza ambigua, pues no sabemos si realmente nos vamos a contagiar o si las medidas que tomamos serán efectivas, hace que no se generen los cambios a nivel conductual que esperamos. Sin embargo, esto cambia drásticamente cuando la persona se informa que estuvo en contacto estrecho con una persona con covid positivo, cuando un familiar cercano o amigo se contagia o más aún cuando uno está contagiado. El miedo y el pánico aparece y la experiencia probablemente nos lleve a generar los cambios conductuales que requerimos.

Estar cerca de esta experiencia hace que evitemos salir y cuando lo hacemos, nos distanciamos intuitivamente de cada objeto o persona que, a nuestro juicio, es un riesgo. La influenza y otras enfermedades infecciosas siempre han estado presente, pero no provocaron el efecto que hoy genera el coronavirus, pues claramente asociamos la palabra, a la vida o a la falta de ella. Es un tema de supervivencia.  Es como si la conducta de algunos, a contar de marzo de 2020, estuviese dirigida a permanentemente a reducir el contacto con patógenos. Algunos han denominado a esto como el «sistema inmunológico de conducta», que nos lleva a distanciarnos socialmente de manera instintiva. Tendemos entonces a ser conservadores.

Más allá de esto, todos encontraremos estrategias para adaptarnos a la situación. Más aún hoy en tiempos de cuarentena, situación que no cabe duda, nos va a llevar a otro proceso de adaptación, el del retorno.

Muchos me han preguntado por el llamado “síndrome de la cabaña”, haciendo alusión a este desajuste que va a implicar volver a nuestras actividades cotidianas luego de haber estado “guardado” por meses en nuestras casas. Frente a esto, es probable que ninguno de nosotros hayamos vivido algo similar en nuestras vidas, por tanto, no sabemos cómo reaccionaremos en el futuro, sin embargo, es claro que debemos volver de manera progresiva. Debemos recurrir a una suerte de “desensibilización sistemática” y acostumbrarnos y superarlo de manera progresiva.  Las primeras veces vamos a sentir miedo ante el propio contagio y el de otros, pero como todo proceso…esto también va a pasar.