Crisis y resiliencia

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Clima Laboral, Comunicación Interna

Cecilia Gutiérrez, psicóloga Unidad de Desarrollo Organizacional.

Ante la actual situación país y la incertidumbre que ello conlleva, muchos han dado cuenta de la presencia o ausencia de resiliencia, tanto personal como colectiva.

El término resiliencia proviene de la física de materiales y hace referencia a la capacidad que tiene un metal de recuperar su forma original después de ser sometido a una fuerza de doblado, estiramiento o compresión. Algo que sin duda resulta muy gráfico, considerando que la Real Academia Española lo define como la capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas.

Todos alguna vez hemos estado a prueba y con el sentimiento de estar al límite, dudando incluso de nuestras creencias, voluntad y fuerza, sin embargo, no solo superamos esas adversidades, sino que además hemos salido fortalecidos de una extraña forma, que no logramos entender.

Particularmente mi infancia, fue una infancia compleja y por lo mismo, me hizo mucho sentido un libro que llegó a mis manos providencialmente denominado – Los Patitos feos – de Boris Cyrulnik, psiquiatra y neurólogo francés. Cyrulnik en su libro señala una frase muy reveladora “el dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional” y nos invita a no aislarnos y buscar ayuda. Agrega que la resiliencia es un proceso, haciendo alusión al concepto de metamorfosis y a los mecanismos psicológicos de defensa como la negación, aislamiento, huida hacia delante, intelectualización o creatividad que permiten de nuevo adaptarse adecuadamente al entorno. El autor, enfatiza en esta calidad de proceso interno, y señala que puede ser estudiado y enseñado de tal modo que, el daño causado sea aliviado, hasta el punto de dejar de ser un obstáculo en el desarrollo personal y social de la persona.

Así, la resiliencia es algo que todos podemos desarrollar a lo largo de la vida y las personas que la cultivan se caracterizan por:

  • Reconocer sus fortalezas y debilidades.
  • Confiar en sus capacidades, planteándose metas consistentes con sus recursos personales.
  • Ser creativas. Un resiliente, no solo recoge las piezas de un jarrón roto y las pega, sino que será capaz de crear un mosaico y hacer del jarrón una nueva pieza con “toda una historia”.
  • Para una persona resiliente, “todo” es una oportunidad y se preguntan ¿qué es lo peor que puede pasar? ¿qué puedo aprender de esto?
  • Mantener una conciencia plena. Viven en el presente, más que en el pasado y en el futuro. Disfrutan cada “bocanada de aire”. Si van en la micro, disfrutan del paisaje o leen un buen libro en vez de quejarse por el tránsito. Si les toca esperar a alguien, aprovechan ese tiempo para planificar o enviar un mensaje agradable a un ser querido. Si están conversando con una persona, no están pendiente del celular o de otras cosas, sino que invierte todo su tiempo y atención plena sobre la otra persona.
  • Ser personas optimistas, pero a la vez objetivas.
  • Saber lidiar con la incertidumbre. Saben y aceptan que no pueden tener control sobre todo y son flexibles y persistentes ante las situaciones.
  • Finalmente, se toman la vida con humor, algo que cada vez es más escaso.

En nuestra Comunidad UCSC existen personas resilientes, sin duda y las reconocemos, pero también existen equipos resilientes que nos demuestran cada día que es posible generar los cambios que se necesitan. A veces no es fácil, sin embargo, allí están. Equipos compenetrados, optimistas y creativos, que al igual que el metal mencionado al inicio de esta columna, puede ser “sometido a una fuerza que lo dobla, estira o comprime” pero que igualmente vuelve a su forma original.