Una necesaria mirada al mar


Chile continental es una parte del país que posee un frente de 3.000 km de costa, pero dispone de aproximadamente 84.000 km de contorno de ella. Esto indudablemente le otorga un compromiso oceánico, con ventajas en términos productivos y obligaciones en términos ambientales y de conservación.

La costa sur oriental del Pacífico, desde los 18,2º de latitud (Norte de Arica) y hasta los 43º de latitud (Sur de Puerto Montt), mantiene una alta productividad por procesos de fertilización natural de la zona costera. La productividad de la costa está subsidiada por procesos de surgencia costera (ascenso estacional forzado por los vientos de aguas subsuperficiales ricas en nutrientes) y por el aporte de aguas continentales (aguas subterráneas, fluviales y/o de escorrentía superficial); lo que ha permitido el desarrollo de una importante actividad pesquera industrial y artesanal.

En la Primera región, entre los años 1960 al 1970, la actividad pesquera en Chile estuvo sustentada por la pesca de la anchoveta y sardina (Iquique- Arica). Se sumó la pesca del jurel entre los años 1970 – 2000 en la Octava Región, y entre los 1990 – 2005 la pesca de arrastre desde la Cuarta a la Décima Región y la salmonicultura entre la Décima y Undécima región. Esto en alguna medida se ha mantenido hasta ahora con muchos altibajos.

En cada una de las regiones donde se desarrolló la industria pesquera, ésta alcanzó capturas y producción que superaron o alcanzaron registros mundiales. Sin embargo, esta riqueza se ha hecho efímera, por falta de conocimiento de la dinámica de los recursos y un adecuado resguardo del estado. Es cierto, que estamos sometidos a cambios y procesos naturales y oscilaciones climáticas como “El Niño” y el calentamiento global que empieza a modificar lentamente patrones de distribución de especies; sin embargo, la duda es si hubo sobreexplotación de los recursos y cuál fue nuestra culpa del estado, y/o la falta de conocimiento adecuado para la sustentabilidad de los recursos.

La pesca artesanal se estima mueve alrededor de 2.000.000 de personas, con desembarques de pesca para consumo directo de especies únicas y propias de la región. Los cultivos de bivalvos, ostras y mitílidos, es otro desarrollo importante y últimamente, el desarrollo de la salmonicultura. Cada uno de estos componentes, ha tenido una importancia gravitante en las economías regionales y del país. Se han propuesto áreas de manejo (AMERB) para los pescadores artesanales y lamentablemente, en el Bío Bío, lo que no destruyeron los pescadores, ha colapsado con el terremoto.

Por lo que cabe preguntarse: ¿Qué ha pasado en el tiempo con estos enclaves económicos que no han rendido lo esperado?, esto visto desde el sector productivo, y ¿Qué ocurre con las responsabilidades? ¿Cómo enfrentar la conservación de los recursos? ¿Es posible realizar una explotación que sea sustentable?

Seguimos con los mismos problemas desde el colapso de la pesquería, tanto industrial como artesanal. Ya no es posible comprar locos o lapas o lenguados o blanquillos en fresco. Los locos sólo se encuentran en los aeropuertos, con un costo entre $ 8.000 y 12.000 el tarro con 4 locos. ¿Dónde están nuestros profesionales? La mayoría de ellos se desempeñan como fiscalizadores de SERNAPESCA, tratando de aplicar una norma que ellos no han discutido; otros, tratando de proseguir estudios de postgrado porque esto da estatus y los últimos, trabajando para la empresa privada. ¿Cuántos de nuestros estudiantes han intentado un proyecto productivo? ¿Cuántos han intentado dar valor agregado a los recursos explotados?

¿Puede esto traducirse en falta de vocación en los estudiantes? ¿Como país no tenemos vocación hacia el océano? ¿Falta de orientación de los planes de estudio en la enseñanza básica y media? ¿Existe una focalización equivocada de las carreras universitarias? o ¿es el mercado de la oferta y demanda por sueldos, lo que hace que los estudiantes invoquen como responsable a la Universidad? o ¿son ellos los que buscan carreras de alta remuneración no importando su vocación? El lucro no es responsabilidad de las universidades, sino de estudiantes que eligen su preparación y formación. Lo que falta son investigadores y profesionales que se den cuenta que frente a ellos seguirá una costa de 84.000 kms. lineales y en ella recursos potenciales que no somos capaces de manejar y conservar, lo que parece no importar a nadie y se encuentra abandonada como idea de desarrollo. No obstante, cuando llegan capitales extranjeros y desarrollan una actividad empresarial, no tenemos la entereza de reconocer que no quisimos ver la oportunidad. Pero pareciera ser que de esto, nadie tiene responsabilidad.

Dr. Ramón Ahumada Bermudez
Jefe Departamento Química Ambiental
Facultad de Ciencias
Universidad Católica de la Santísima Concepción