Ciertamente el país está viviendo una situación donde la educación día a día está en la mesa de discusión. Este escenario pudiera ser entendido como una valiosa instancia donde actores, de forma convergente, abordan en conjunto las problemáticas que la aquejan, sin embargo, infortunadamente esto no es así.
El actual gobierno se ha planteado -con razón- efectuar cambios radicales en lo que a tributación y educación se refiere y en eso no hay una doble opinión desde la mirada de diferentes actores, acerca de la relevancia de las temáticas, sin embargo, en lo que concierne propiamente con la Reforma Educacional hay tensiones.
Por mencionar sólo algunas: ambigüedad respecto de cómo se solucionará el copago, si la gratuidad cubre toda la educación superior, si se nivelará quitando a unos en favor de otros. Esto no le hace bien a un tema complejo y en donde el país es el gran beneficiario, a través de la contribución con un capital humano competente.
Las transformaciones que en materia educacional han ocurrido en el país, han teniendo como norte incorporar el tema de la obligatoriedad al proceso de educación formal (Gobierno de Frei Montalba), el tema de la calidad y equidad (Gobierno de Aylwin) y ahora el tema del lucro y calidad en lo que supuestamente será el foco de la actual Reforma en discusión. Digo discusión porque justamente esto es lo que llama la atención, ¿qué se está discutiendo y quiénes están participando en ella?
Lo que se percibe es que esta temática más que una propuesta, es una intención, porque la autoridad que lidera este proceso día a día señala, refuta y explica lo que se quiso decir y no cómo se entendió. Esto repercute en las familias, sostenedores, estudiantes y Rectores de Universidades, los cuales diariamente manifiestan su preocupación, molestia y desacuerdo respecto de lo que públicamente se conoce.
Este escenario no es productivo toda vez que actores -expertos en el tema- no tienen sobre qué pronunciarse y seguimos muchos de ellos siendo cómplices pasivos. Al respecto la educación se ve impactada por diversas áreas: social, curricular, evaluativo, económico, cultural, epistemológico, entre otros y pareciera ser que al fin y al cabo, lo curricular se queda en algo político e ideológico más que en un aspecto técnico, y finalmente el tema de fondo declarado, como es el de la CALIDAD, sigue siendo un discurso del que no se sabe ni cómo ni a través de qué, se va a alcanzar.
Dr. Fernando García
Académico Jefe Departamento Currículum y Evaluación
Facultad de Educación
Universidad Católica de la Santísima Concepción