La sociedad civil se ha manifestado en contra de algunos planteamientos gubernamentales manifestando su descontento y alzando la voz frente a las decisiones de las autoridades. Esta modalidad parece muy acertada, pero en algunos casos pudiese estar mal enfocada. Hoy la discusión está centrada en la educación, específicamente en el lucro presente en algunas instituciones superiores. Sin embargo, ¿debe ser éste el estandarte de la lucha por una mejor educación en nuestro país?
Más que discutir el tema del lucro -bandera de lucha de los estudiantes y profesores-, el verdadero cuestionamiento debiera centrarse en la calidad de la educación superior, es decir, en que los usuarios de este servicio velen por una formación de excelencia. La sociedad, en este sentido, debe cautelar la existencia de los sellos de calidad, no sólo en los procesos, sino en la aceptación de profesionales en el mercado, aportando de esta forma al desarrollo económico del país.
El concepto de Universidad se ha ido desvirtuando, centrándose solo en entregar profesionales, siendo incapaces de potenciarlos a través de la investigación, herramienta indispensable para hacerlos competitivos laboralmente. Muchos pensaron que con las acreditaciones se lograría regular la calidad de la educación superior, cosa que hasta el momento no se ha dado en un ciento por ciento.
La sociedad civil es la encargada de velar por la calidad de la educación y la entrega de profesionales de excelencia en el mercado, lo que será posible gracias a la correcta elección de una institución de educación superior que garantice excelentes normas de calidad. Sólo de esta forma aportaremos una real masa crítica, la cual partirá desde las mismas universidades.
Iván Valenzuela Díaz
Decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas
Universidad Católica de la Santísima Concepción
I.V.