Romanticismo, Jesús y la venida del Papa


Las siguientes líneas las escribo en especial para los católicos que han manifestado en diversos medios sociales su desacuerdo por el costo de 4 mil millones de pesos de las presentaciones del Papa Francisco en nuestro país, utilizando el argumento de que esto está muy lejos de lo que hizo Jesús en su tiempo. Este argumento surge, a mi entender, de una concepción romántica de la figura de Jesús.

El movimiento romántico surgió a fines del s. XVIII en Europa, propagándose con celeridad llegando también a América, y alcanzó su máxima expresión a mediados del s. XIX. En términos muy generales, se caracteriza por exaltar la subjetividad en una especie de culto al yo, los sentimientos y la idealización. La mezcla de estos elementos dará como fruto que lo importante es lo que “yo siento”, pasando a constituirse prácticamente como criterio de verdad.

La idealización, por su parte, lleva en muchos casos a perder el contacto con la realidad. En especial la historia sufrió las consecuencias del Romanticismo, pues las reconstrucciones que hacían sobre pueblos o países obedecían más a los ideales de sus autores que a la verdad histórica. De esta idealización no se salvó ni Jesús.

Para llegar de una vez al tema: un Jesús cuya predicación itinerante no haya requerido de costos es un Jesús inventado, idealizado, no el Jesús histórico. Es cierto que en los evangelios no aparecen los gastos que conllevaba la misión porque no fueron escritos para eso, no es su foco de atención. Sin embargo, sí podemos encontrar uno que otro pasaje al respecto. El evangelista Lucas dice: “Después de esto, Jesús recorría todas las ciudades y pueblos predicando y anunciando el Reino de Dios. Lo acompañaban los Doce y algunas mujeres que habían sido sanadas de malos espíritus y enfermedades… que les servían con sus bienes” (Lc 8,1-3). Aparece un grupo de personas que colaboran económicamente a sufragar los gastos que comportaba el desplazamiento de Jesús y de sus más cercanos en el desarrollo de su misión.

También aparece en los evangelios que Jesús mismo envió a los Doce a misionar y una de las instrucciones que les da es la siguiente: “No lleven… provisiones para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón, porque el obrero merece su sustento” (Mt 10,10). En un texto paralelo de Lucas dice: “Permanezcan en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que tengan, porque el obrero merece su salario” (Lc 10,7). Es decir, los misioneros deben ser sustentados por aquellos a quienes van a servir, porque ¿de qué otra forma podrían subsistir, si son de carne y hueso como todos nosotros? Es por esto que los creyentes damos nuestro aporte con alegría para que nos pueda visitar quien es para nosotros el vicario de Cristo. Si contamos sólo a cuatro millones de fieles católicos, el aporte sale a luca. El problema es que la cifra grande impresiona.

Por último, para quienes piensen que todo ese dinero podría haberse utilizado en en favor de los pobres, considérenlo una inversión, pues Francisco animará nuestra fe en Dios y nuestro amor expresado sobre todo en el servicio a los más necesitados, lo que hará que se potencien las iniciativas existentes en favor de ellos y/o surjan otras nuevas que superarán por mucho la cantidad invertida en su estadía.
¡Bienvenido Francisco!