Cuando analizamos desde la perspectiva biológica la pregunta ¿quiénes somos?, desde un punto de vista genético la población chilena cuenta con un 84% de mestizos (aborigen/europeo), un 10% de aborigen y 6% de europeo fundamentalmente (Revista médica de Chile ISSN 0034-9887, v.130 n.2 Santiago feb. 2002. Genetic composition of the Chilean population. Analysis of mitochondrial DNA polymorphisms).
Como país en la actualidad somos 94% con componente genético perteneciente a los pueblos originarios, en nuestra zona principalmente mapuche.
Actualmente en educación se aborda la capacitación del niño, no la formación de éste, frecuentemente carente de valores y contextualización histórico cultural.
Los programas de educación intercultural implican planes y programas para pueblos originarios, y no para toda la población, por lo que no son “Interculturales realmente”, dejando a la mayoría de nuestro país con el más profundo desconocimiento de su origen.
Un ejemplo es que nuestra toponimia tiene un 70% de lugares con nombres en mapudungün que describen de forma poética las características del lugar, y la mayoría de los habitantes lo ignoramos.
La cosmovisión de los pueblos originarios ha sido acuñada durante milenios, está adaptada a su entorno. Es importante conocer nuestro entorno, para proyectarnos y desarrollarnos.
El 84% de la población, a pesar de compartir genes, territorio, historia con los pueblos originarios, desconoce su origen, lo que disminuye la posibilidad de desarrollo. Dice Manfred Max Neef en “El drama de las identidades Perdidas (Sobre males que hicimos, creyendo que éramos buenos)” en torno al concepto de desarrollo: “Para que exista un verdadero desarrollo ‘debe ser coherente con la cultura dentro de la cual ha de enmarcarse. Sólo la coherencia impide la destrucción de las identidades, y sólo manteniendo sus identidades las personas pueden aspirar a mayores realizaciones’”.
Heidi Oppliger Sáez
Directora Sedes Cañete
Universidad Católica de la Santísima Concepción