Está por finalizar un año en el que acontecimientos acaecidos en nuestra patria y en el extranjero nos interpelan a reflexionar en la sociedad en que estamos inmersos, y los desafíos que nos plantea, no sólo a quienes estamos formando una familia, sino también a quienes tenemos responsabilidades en la educación.
El año 2012 se inició con un mensaje de SS Benedicto XVI con motivo de la celebración de la Jornada Mundial de la Paz, sobre un tema de gran trascendencia para la vida de la sociedad y de cada uno de nosotros, como lo es, la educación a los jóvenes en la “Justicia y la Paz”.
Nos invita SS, con mucha confianza y afecto, a tener por delante y de manifiesto, la justicia y la paz, sin olvidar la realidad del mundo en que vivimos, “en el que la familia y, también, la misma vida se ven constantemente amenazadas y, a veces, destrozadas”. Nos recuerda que, “unas condiciones de trabajo a menudo poco conciliables con las responsabilidades familiares, la preocupación por el futuro, los ritmos de vida frenéticos, la emigración en busca de un sustento adecuado, cuando no de la simple supervivencia, acaban por hacer difícil la posibilidad de asegurar a los hijos uno de los bienes más preciosos: la presencia de los padres; una presencia que les permita cada vez más compartir el camino con ellos, para poder transmitirles esa experiencia y cúmulo de certezas que se adquieren con los años, y que sólo se pueden comunicar pasando juntos el tiempo”.
Frente a esto, el Santo Padre nos llama a no desanimarnos, no desfallecer, pues como padres, con el ejemplo de nuestra vida, debemos enseñar a nuestros hijos a “que pongan la esperanza ante todo en Dios, el único del que mana justicia y paz auténtica”.
Su mensaje cargado de esperanza y de profunda fe se dirige a los padres, a las familias y a todos los estamentos educativos y formativos, así como a los responsables en los distintos ámbitos de la vida religiosa, social, política, económica, cultural y de la comunicación.
Nos recuerda que es una gran responsabilidad, un desafío y una oportunidad “prestar atención al mundo juvenil, saber escucharlo y valorarlo, para la construcción de un futuro de justicia y de paz”. Al mismo tiempo, nos insta a que: “Se ha de transmitir a los jóvenes el aprecio por el valor positivo de la vida, suscitando en ellos el deseo de gastarla al servicio del bien. Éste es un deber en el que todos estamos comprometidos en primera persona”.
Al finalizar el año 2012, estas profundas reflexiones del Santo Padre Benedicto XVI, contenidas en el Mensaje para la Celebración de la XLV Jornada Mundial de la Paz, “Educar a los Jóvenes en la Justicia y la Paz”, nos conmueven y nos invitan a detenernos, recapacitar, compartirlas y, especialmente, a continuar dedicando nuestros mejores esfuerzos y trabajo al servicio de los jóvenes, la familia y la educación, para así, colaborar en la construcción de una sociedad más humana y fraterna.
Teresa Lobos del Fierro
Secretaria General
Universidad Católica de la Santísima Concepción