A comienzos de enero de 2013 se publicarán los resultados de la Prueba de Selección Universitaria (PSU), por lo cual los postulantes están atentos, ya que inmediatamente se inicia el proceso de postulaciones.
El período de espera de los resultados resulta, en muchos casos, un tiempo de expectación complejo, debido a que surgen las ansiedades e incertidumbres respecto de las decisiones y consecuencias que traerán sus puntajes. Una buena forma de manejar la ansiedad inherente a la etapa de espera, y de enfrentar las posibles frustraciones posteriores a la PSU, es construir previamente expectativas realistas y consecuentes con lo realizado durante el año. El logro del puntaje PSU esperado es proporcional, en muchos casos, a una buena estrategia de estudio, esfuerzo, dedicación y trabajo sistemático. Tener claridad sobre este punto permite una evaluación más realista de los resultados obtenidos.
En estos días los estudiantes se encuentran con tiempo, que pueden destinar a reflexionar, analizar y evaluar algunos elementos claves para la toma de decisiones. En este sentido, es importante que puedan conocer las propias destrezas, capacidades y/o habilidades personales, ya sean académicas y de personalidad, que sean acordes con el estudio (rendimiento) y el ejercicio de una determinada profesión. Además, pueden buscar activamente información sobre todas las ofertas de estudio que se presentan en relación a los gustos e intereses personales, considerando siempre las capacidades mencionadas anteriormente.
Otro aspecto a considerar es que logren conversar y conocer más del desempeño y mundo laboral con las personas que estén trabajando en la profesión que les interesa elegir. Es decir, investigar objetivamente las posibilidades de empleo, remuneración y, en síntesis, nivel de satisfacción laboral, que existen en el mercado laboral de acuerdo a la carrera que se pretende elegir.
Si los resultados no fueron los esperados, sería positivo evaluar los errores cometidos, reformularse una nueva meta y estrategia para el logro de ésta o buscar dentro de la múltiple gama de opciones estudiantiles que ofrece el mercado.
Además de estos criterios orientadores, es importante recordar a los jóvenes que la elección profesional debe ser una decisión personal, guiada u orientada por terceros como padres, profesores u otras personas, pero sólo será él o ella quien tendrá que desempeñarse durante casi toda la vida en esa profesión y, por tanto, si no genera satisfacción, el nivel de frustración resultante sólo lo vive la persona. En relación a este punto, el joven no debe ingresar a estudiar por expectativas de los padres, ya sea porque ellos no lo pudieron hacer, para que se sientan orgullosos, o para retribuirles el esfuerzo que han entregado en la crianza. Los padres ya vivieron su vida y los hijos no deben ser la extensión de sus metas personales. Cada persona tiene derecho a vivir su vida de acuerdo a sus convicciones y vocación. El agradecimiento no se expresa mediante la elección de lo que los padres dictaminan, sino mediante otros procesos afectivos y de roles que no tienen relación con el ingreso a una carrera universitaria de gusto o interés de los progenitores.
Lorena Rodríguez
Psicóloga
Universidad Católica de la Santísima Concepción