Sobre el Premio Nobel a Bob Dylan


Representante de la contracultura. Algo así como la antimúsica y la antipoesía. Sus composiciones son más bien poéticas con formas novedosas en la rítmica y en los acentos. También en la articulación del lenguaje, y la melodía como agrupación fónica de las palabras y, ciertamente, de las figuras literarias, cuya predominancia es la imagen como una de las formas más antiguas y más novedosas a la vez de poetizar.

La Academia ha dicho que “puede ser leído y se debe ser leído” como se hacía con los clásicos. Y, ciertamente, sin el ánimo de comparar a Dylan con Homero, pero sí con el de aproximarnos a esta distinción, explico que las primeras manifestaciones artísticas estaban siempre escritas en versos. Ya Aristóteles había dilucidado qué tipo de versos correspondían con tal o cual composición. Pero también, cuando se nos enseña la unidad de Literatura en las escuelas, liceos o colegios, se nos enseña que las primeras manifestaciones poéticas son las canciones. Estas son un tipo de composición literaria que se corresponde con la oralidad y luego con la escritura, puesto que se asemeja mediante los ritmos, las melodías, los acentos, las rimas y la secuencia silábica con la oralidad. Sólo cuando surgen los mesteres (juglaría y clerecía) se van “alargando” los versos, sobre todo con el de clerecía, pues se asocia rápidamente al nivel cultural de nobles y clérigos, quienes dominaban la lectura y escritura.

De tal modo que el Nobel vuelve “sus flautas” al origen. A la poesía y a sus primeras y más grandes apropiaciones como el mundo y la realidad a través de la oralidad del que posee esos talentos que la mayoría ha reprimido, o no ha podido alcanzar en este sistema meramente funcional al enfoque comunicativo, olvidando que la capacidad comunicativa es una competencia como la oralidad y por lo tanto, bien desarrollada y/o guiada, podrá volvernos más humanos.

Hay que tornar entonces a la lectura poética en voz alta. Y junto con ello reconocer su evolución en las canciones populares como en las tradicionales y clásicas. Por ejemplo, los raps que improvisan rimando y contando la historia del joven, de la población, de la comuna. Las décimas, que interrogan, traducen y anuncian la presencia de Dios, de la malignidad, de las faenas y experiencias campesinas, de lo llamado humano y divino. O la lectura de Homero, como una relación intertextual de la historia de la época y la ficcionalización literaria, etc.

En definitiva, la escritura es un artificio social, en el que hemos nacido, al igual que la lengua. Sin embargo, este artificio ha olvidado lo fundamental: la oralidad, la poesía.