Frente a la acción premeditada de confusión (no pocas veces falaz) de los sectores conservadores y la gestión calculadamente errática del Gobierno, los estudiantes de Chile en particular y el movimiento social en general, salimos a poner las claridades.
Esta reforma, propiciada por nosotros, es imposible sin los actores transformadores de la educación, no tolera pactos secretos, ni resiste acuerdos que no sea con aquellos que buscamos las transformaciones estructurales que conduzcan a erradicar el mercado y dar paso a los derechos de toda la sociedad. He ahí el dilema de la actual administración, he ahí la prueba de la blancura a sus convicciones y aparentes propuestas de cambio.
¿Por qué marchamos?
Porque la educación (el jardín, la escuela, el liceo, la universidad, el IP, el CFT, etc.) permite prefigurar la sociedad, configura el canon de nuestras relaciones, tributa y nutre la cultura de la nación y, precisamente, desde allí es que se torna preciso e imperioso efectuar un cambio de paradigma y completar la conquista del derecho social de la educación, ¿cómo? Mediante un Sistema Nacional de Educación Pública, para todos los niveles, el cual reconozca y actualice la educación pública como aquel espacio donde todos concurrimos en tanto iguales, en calidad de ciudadanos y no de consumidores, para compartir y no para competir. Un sitio que no comulga con un Estado subsidiario. Un Sistema Nacional de Educación Pública que garantiza la diversidad de proyecto educativo, pero no entendida como libertad de empresa, sino como la participación efectiva y la consideración situada de la comunidad educativa en su conjunto.
Marchamos, además, porque entendemos que la política de los consensos es la política de la medida de lo posible y que se hace entre cuatro paredes, la que favorece a los intereses de minorías poderosas (económica y/o ideológicas) pero no la de la mayoría social, siempre excluida del debate.
Porque hoy ya no somos los marginales, sino los marginados.
Porque somos la receta que no admite cocinas.
¿Para qué marchamos?
He acá la pregunta muchas veces omitida, he aquí la respuesta esta vez aproximada. Marchamos por principios, pero para establecer fines. Marchamos para una educación entendida como materia de Estado, para remontar las calles en búsqueda de democracia, para disputar el sentido común y decir fuerte y claro que donde hay derechos no hay mercado.
Marchamos para transformar, no para conservar y lo hacemos en pos de un proyecto conjunto que no entiende de corporativismos. Marchamos para avanzar, porque esto nunca termina, esto siempre es continuar.