En estos días que el debate político ha vuelto a poner sobre la mesa el tema, supuestamente zanjado, de la exclusividad universitaria para las carreras del área de la Salud, aparte de Medicina que tiene esta garantía y exigencia de acreditación por Ley, se vuelve muy interesante rescatar algunos puntos a tener en consideración. O más bien, que deberían tener en consideración los legisladores.
La más simple razón que hace exigible la exclusividad universitaria a estas profesiones está determinada por la prioridad que se asigne a la salud de las personas. Si declaramos que la salud es una prioridad y que evitar la enfermedad es su estrategia y acción subsecuente inmediata, estamos señalando explícitamente el requisito de que las prestaciones del equipo de salud sean de la más alta calidad posible, técnica, tecnológica, pero sobre todo humanamente. Y por supuesto, lograr calidad en todo ámbito, pasa por las personas y por cómo han sido formadas, requiere equipo humano para trabajar colaborativamente en bien del usuario del producto final de la formación en estas carreras, es decir, del paciente.
Esta calidad de prestación, este trabajo en equipo, este fiato interdisciplinario sólo es posible lograr cuando la formación ha transcurrido en un ámbito académico de nivel comparable, donde la formación esté estandarizada y protocolizada, pero sobre todo donde exista investigación, extensión e innovación didáctica que impacten positivamente en la formación, primero de las personas, de los profesionales luego, y en último término del equipo de salud. Y esto, sólo se logra en las universidades.
Sin desmerecer en absoluto la educación técnica, que su bien ganado y muy necesario sitial ocupa, el rol de las universidades en la formación de un profesional, es decir de alguien preparado para crear y decidir en condiciones de incerteza, por encima de protocolos y estándares, es insustituible. Sólo en este nivel académico superior se desarrolla la investigación y extensión que proveen la actualización e innovación permanente del curriculum. Y todo el equipo de salud requiere ese nivel de profesionalismo para su óptima calidad de trabajo en equipo.
Lo demás es copia demagógica de legislaciones foráneas que obviamente no son comparables con nuestra modesta y precaria realidad, la del Chile real, no del otro.