Templo Catedral, Concepción, jueves 1 de agosto, 2013.
Agradezco a todos los presentes por acompañarnos en este momento, el último en que estaremos reunidos, materialmente, quienes integramos la comunidad de la UCSC, con quien fuese nuestro Fundador y Gran Canciller por 15 años y 8 meses.
Estoy seguro que en las horas que restan para sus funerales muchos de nosotros seguiremos concurriendo a orar a esta Catedral, junto a su féretro; pero no tendremos otro encuentro exclusivo entre miembros de la UCSC y su fundador. Este es nuestro momento de intimidad. Nuestro momento para expresar la gratitud a Dios por el paso entre nosotros de Don Antonio, con su ejemplo de vida austera, su notable inteligencia puesta al servicio de la Iglesia y en especial al servicio del diálogo fe-razón y a la evangelización de la cultura en sus homilías y en esta obra suya que es la Universidad Católica de la Santísima Concepción.
Para agradecer su legado, como Rector de la Universidad fundada por él, recurro al Salmo 127; ese que se inicia diciendo:
“Si el Señor no construye la casa, de nada sirve que trabajen los constructores”
Lo que en el Salmo está en palabras, en Monseñor Moreno está hecho vida. Este es el tipo de casa que él soñó llegue a ser la UCSC. Una casa construida por el Señor, con las manos de constructores como nosotros, que llevan al Señor en el corazón.
Más adelante nos dice el Salmo:
“Como flechas en la mano de un guerrero son los hijos de la juventud.
¡Feliz el hombre que llena con ellos su aljaba!
No será humillado al discutir con sus enemigos en la puerta de la ciudad”.
Querida comunidad Universitaria, el que hoy estemos aquí, y que más de 12 mil personas, integren en este momento la familia UCSC, tiene sus raíces en un hecho ocurrido el 10 de Julio de 1991, día en que Monseñor Moreno, en su calidad de Arzobispo de Concepción, firmó el Decreto fundacional de nuestra Universidad. Con esa firma, Monseñor lanzó una flecha al futuro, ¡como un hijo de su juventud!
Influyó así en la vida de miles de personas, académicos, estudiantes funcionarios de la Universidad y sus familias, y seguirá influyendo en la vida de todos los que en el futuro lleguen a nuestra familia UCSC. Con ese acto dotó a la Diócesis de un valioso instrumento para servir a Chile desde la Región del Bío Bío. La Universidad Católica de la Santísima Concepción, creció y maduró por 15 años y ocho meses bajo el cuidado atento de Monseñor Moreno en su calidad de Gran Canciller.
Al dejar su cargo de Arzobispo de Concepción y convertirse en Arzobispo Emérito, siguió orando y trabajando por la por la Universidad (debo decirlo nunca aceptó aporte alguno de nosotros, vivió austeramente y siempre dispuesto a dar su tiempo, sus consejos y a apoyar a la Universidad en todo cuanto estuviese a su alcance).
Quiso la providencia que, a instancias de nuestro Instituto de Teología, regresara a vivir en Concepción y volviera a trabajar en el Campus San Andrés con el fin de preparar un libro con sus homilías. Me he enterado hoy que ese trabajo quedó terminado la semana pasada. ¡Así trabaja la providencia!
Tengo la certeza que esa obra, “como flecha enviada al futuro”, será fuente, en la que el buscador inquieto podrá asomarse a los temas que inspiraron a Monseñor Moreno, y que en la lectura atenta serán muchos los que descubran el corazón enamorado de la verdad revelada en Cristo, que palpitó en el pecho del fundador de nuestra casa de estudios.
Si hacemos bien nuestro trabajo ese guerrero “No será humillado ….en la puerta de la ciudad”.
Ya no ha sido humillado. Estuvo listo a tiempo para su última partida. Más aun, como un viajero que viaja liviano por la vida, estuvo siempre dispuesto a navegar mar adentro. Mañana (viernes 2 de agosto) nos iba a acompañar en la Bendición de una embarcación, que en su honor llevaría por nombre “Don Antonio”. Nosotros que seguiremos caminando por los espacios que él amó, navegaremos por él.
Muchas gracias Monseñor por todo lo que hizo por cada uno de nosotros. Que la Virgen María, bajo cuya advocación usted fundó nuestra Universidad, le acoja y le presente ante su hijo Jesucristo.
Juan M. Cancino
Rector
Universidad Católica de la Santísima Concepción