Padres y desafíos de participación


En el marco de las movilizaciones feministas, las mujeres han puesto muchos temas relevantes en la discusión pública. Entre ellos, la forma en que estamos criando a nuestros hijos e hijas. Y en este proceso de socialización que parece tan natural y que reproduce estereotipos de género sexistas ¿Qué rol jugamos los varones que somos padres?

Para muchos y muchas, son las mujeres las principales responsables de traspasar una mirada machista sustentada en la desigualdad de tareas y posibilidades para niños y niñas.  Sin embargo, “los padres también están educando con su ausencia, socialmente se vincula a la figura masculina con el poder y el éxito, son dueños de los espacios públicos y de formas conscientes e inconscientes están mostrando prácticas y reforzando conductas que mantienen esos estereotipos de género” (Bianca Pérez, 2017).

Tal como señala esta psicóloga mexicana, los padres, históricamente, no hemos estado muy cerca de los procesos de crianza y esta poca presencia también es una forma de trasmitir patrones de conducta. Si bien es cierto que, en la actualidad, los varones nos involucramos muchos más con nuestros hijos e hijas que lo que hacían nuestros padres o  abuelos, aún existe una brecha importante respecto a la forma en que lo hacen las mujeres.

Al respecto, en Santiago, en el año 2009, y según le encuesta sobre uso del tiempo realizada por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), los hombres registraban una tasa de participación en tareas del hogar de 34.9, mientras que en las mujeres la tasa era de 76.1. Además, en materia de cuidados de personas en el hogar, la tasa de participación de los hombres era de 9.2 y la de las mujeres de 35.9.

Asimismo, en la encuesta nacional de uso del tiempo, realizada también por el INE, el año 2015, se concluye que en el ámbito del trabajo no remunerado (compuesto por los trabajos domésticos y de cuidados no remunerados del propio hogar y el trabajo doméstico y de cuidados para otros hogares, para la comunidad y voluntario) los hombres destinamos en un día tipo 2.59 horas a ello y las mujeres 5.80. En otras palabras, 3.21 horas más que nosotros cada día a estas tareas.

Entre otros desafíos, la mayor participación en las tareas del hogar y en el cuidado de nuestros hijos e hijas debiera ser un horizonte para nosotros los padres, pues nuestro ejemplo será la mejor enseñanza de que se puede avanzar en materias de equidad, no sólo en ámbitos públicos, sino también en micro espacios como el hogar. De esta manera, el apuntar hacia un modelo de crianza compartida y corresponsable no sólo beneficiará a nuestros niños y niñas, sino que también hará que nosotros los varones reflexionemos y tomemos consciencia de cuán importante es nuestra presencia y activa participación en el vital proceso de crianza, pues de esa forma – además de evidenciar que es posible disminuir las actuales brechas de desigualdad entre mujeres y hombres en esta área – presentaremos mejores indicadores de salud, incrementaremos el aporte al ingreso familiar, mejoraremos la relación con nuestras parejas, y disminuiremos los costos económicos y sociales que trae nuestra ausencia.