¿Nuevo clima?


Inundaciones, tormentas, tornados, aluviones, huracanes, olas de calor, sequías y otras anomalías atmosféricas, son cada vez más frecuentes e intensas debido al calentamiento climático, causado principalmente, por el aumento de las concentraciones de dióxido de carbono en la atmósfera. Una muestra de aquello es lo vivido durante estos días, o los primeros de marzo, donde hubo desborde de los ríos San José de Arica y Las Minas de Punta Arenas. A muchos nos sorprendió haber escuchado que el mismo efecto climático se repetía en un país de contrastes, distantes a más de 5 mil kilómetros.

Lo anterior tiene más fundamento a partir de estudios que señalan que se podrían experimentar condiciones climáticas desconocidas. Lamentablemente la incidencia y persistencia de estos cambios está fuertemente ligada a la creciente vulnerabilidad de las regiones afectadas, más aún en países en vías de desarrollo. Al ser así, el impacto de estos eventos extremos puede resultar en un incremento inmediato de la pobreza y la privación, con importantes consecuencias, como por ejemplo la existencia de campamentos de emergencia en nuestra región, producto del terremoto y tsunami ocurrido el 27 de febrero de 2010.

Por lo anterior, es necesario estar atentos y preparados ante estos efectos, tanto a nivel doméstico como gubernamental, al igual que lo están países desarrollados, en términos de habilitaciones de albergues, programas de salud contra infecciones respiratorias, diarreas, dermatitis y las consecuentemente generadas por hacinamiento en los centros de albergue, propagación del virus hanta, toma de seguros contra desastres naturales, generación de mapas de riesgo a partir de las consecuencias y experiencias, implementación de tecnologías de comunicación adecuadas y efectivas, etcétera, y en lo doméstico, disponer de todos aquellos recursos que son necesarios, tales como, agua, energía, alimentos, entre otros.

Por lo tanto, se hace un llamado a incorporar estas herramientas y su aplicación en la salud pública tanto en América Latina como en Chile, con el fin de disminuir el impacto del cambio climático, con los consecuentes efectos que estamos viendo y que cada vez se harán más frecuentes, produciendo la interrupción de las actividades con el respectivo daño social y económico que estas anomalías del clima pueden causar en países menos preparados para estas situaciones. Por lo tanto, a medida que avance el tiempo nos  acostumbraremos a estos eventos, pero debemos estar preparados para disminuir sus consecuencias.

Podemos dar un primer paso apagando la luz el sábado 31 de este mes, de 8.30 a 9.30 horas, con motivo de la celebración de La Hora del Planeta, manifestando de esta forma nuestra preocupación y toma de conciencia respecto del cuidado de nuestro entorno. Si apagamos las luces, sin duda, prendemos una esperanza.

Isabel Flores Cáceres
Ingeniero Civil Industrial
Jefe Área Industrial Instituto Tecnológico
Universidad Católica de la Santísima Concepción