Este texto formó parte del discurso entregado por la Vicerrectora de Investigación y Postgrado UCSC, Dra. Mónica Tapia, en la cena de Camaradería con motivo de la presentación de la nueva Vicerrectoría de Investigación y Postgrado a la comunidad regional.
Pensando largamente en las palabras que me correspondía ofrecer hoy en la cena de empresarios vinculados a nuestra universidad sobre lo que significa la instalación de la nueva Vicerrectoría de Investigación y Postgrado, he elegido tres palabras para organizar mis ideas: ilusión, colaboración y compromiso.
Ilusión, porque la nueva Vicerrectoría de Investigación y Postgrado de la UCSC constituye un hito esperado desde hace ya un tiempo. ¿Por qué es importante contar con una Vicerrectoría dedicada a estos temas? Primero porque llevamos años (décadas) desarrollando actividades a la investigación, innovación, emprendimiento y postgrado, por lo que necesitábamos una institucionalidad en la que se diera el espacio y TIEMPO para desarrollar con más fuerza de tales actividades. Es como en la organización del Social, una Vicerrectoría es para una universidad, algo así como un Ministerio para el Estado. Sin embargo, hasta marzo del presente año las Direcciones dedicadas a estas materias eran parte de las seis direcciones dependientes de VRA, entidad que además gestiona el desarrollo académico de todas las facultades, Instituto de Teología e Instituto tecnológico. Por lo tanto, resultaba complejo dedicar tiempo y reflexión intelectual a los procesos relacionados con el quehacer de la investigación, innovación y postgrado.
La colaboración se relaciona con el hecho de que la creación de la nueva VRIP es la manera en que la UCSC decide poner en primer plano las preocupaciones sobre cómo robustecer la investigación e innovación y con ello potenciar el desarrollo de los programas de postgrado. La fórmula es sencilla y es conocida: la productividad académica permite que surjan los programas académicos de postgrado, magister y doctorados.
De este modo, la creación de la nueva VRIP permite a la UCSC dar un giro a su actividad histórica la que ha sido predominantemente docente. En los 27 años de vida autónoma como UCSC y los 20 años como sede la Pontificia Universidad Católica de Santiago, nos hemos dedicado a la investigación en ámbitos focalizados y acotados: básicamente ciencias del mar, luego ciencias de la ingeniería y educación. Hoy surgen además estudios en el área de la economía, teología, derecho, entre otros. Este quehacer explica la creación de los 3 programas de doctorados en dichas áreas: Ciencias mención Biodiversidad y Recursos naturales, Ingeniería y Educación.
El compromiso que para nosotros como académicos significa contar con una VRIP, porque ella nos desafía no sólo a desarrollar investigación básica surgida de la curiosidad intelectual individual, sino también a trabajar de manera interdisciplinaria y conectados con las necesidades de nuestro entorno:
– Trabajar, por ejemplo, con los requerimientos de los empresarios y profesionales del ámbito externo a la universidad. El desafío es grande, pues son escasos los dispositivos que nos obligan a trabajar juntos. Un caso modelo es el del Estado de Sao Pablo en Brasil que obliga a las empresas a destinar un porcentaje de sus utilidades en investigación. Ello ha promovido una sinergia virtuosa entre universidad y empresa en ese país.
A pesar de estas dificultades, el compromiso de la UCSC es avanzar en esta alianza: investigación, requerimientos del medio, innovación, formación del postgrado y promoción de emprendimiento.
Con la creación de la VRIP en la UCSC hace suyo el llamado de la iglesia en términos de lo señalado en la CONSTITUCIÓN APOSTÓLICA DE JUAN PABLO II SOBRE LAS UNIVERSIDADES CATÓLICAS: la universidad católica se consagra a la investigación, a la enseñanza y a la formación de los estudiantes, libremente reunidos con sus maestros animados todos por el mismo amor del saber[1]. Ella comparte con todas las demás Universidades aquella verdad tan preciada señalada por San Agustín, esto es, el gozo de buscar la verdad, de descubrirla y de comunicarla en todos los campos del conocimiento. Su tarea privilegiada es la de «unificar existencialmente en el trabajo intelectual dos órdenes de realidades que muy a menudo se tiende a oponer como si fuesen antitéticas: la búsqueda de la verdad y la certeza de conocer ya la fuente de la verdad»