Las palabras que pronunciara la jefa de Enfermería de la UCI del Hospital Metropolitano, Natalia Troncoso, con ocasión del Día Internacional de la Salud en representación de los funcionarios de salud, han sido ampliamente compartidas; pero juzgo que más bien deberían hacernos reflexionar profundamente sobre la situación que estamos viviendo.
Y cómo no, si en los tiempos que corremos, parece que bastara con subir un comentario o una imagen a las redes sociales, replicar una noticia o bien compartir un meme o una infografía para sentir que con eso contribuimos en algo al estado actual de la pandemia. Nada más alejado de la realidad.
Ni convertir un slogan en trending topic, grabar videos desde un balcón o aplaudir las ambulancias cuando pasan por la calle alivian en algo el sufrimiento de personas y familias que viven el triste calvario de estar contagiados de Covid, ni menos ayudan a paliar el agotamiento, la incertidumbre y el temor de aquellos que ponen su conocimiento, su esfuerzo, su amor y hasta ¡su vida! al servicio de la comunidad. Ni el bono Covid que se les ha ofrecido, compensa el riesgo al que se ha sometido conscientemente el equipo de salud.
Al igual que en el amor, no basta con decir te quiero, hay que demostrarlo. Los reconocimientos son buenos, pero son huecos, si solo se trata de palabrería y superficialidad, si hay más chauvinismo al reportarse de acuerdo en redes sociales con selfies y parafernalia, pero no van acompañados de una conducta coherente y con sentido.
Si llegara a estar de acuerdo con esta columna, lo primero que le pido es que se abstenga de compartirla, mejor para todo si en vez de eso, procura mantenerse en casa todo lo que le sea posible, respeta los permisos y restricciones, guarda la distancia social, se lava las manos frecuentemente y se pone la mascarilla al salir.
El mayor homenaje a los equipos de salud, en tiempos en que las exigencias a su trabajo se han multiplicado infinitamente, es ser comprensivos y ponerse en el lugar del que, por vocación, se expone personalmente y también a su familia para ofrecer el cuidado y conocimiento que ningún otro puede hacer por él, con el fin de que todo aquel que lo necesite sienta una mano humana y competente que lo acompaña en este triste paso.
Lejos, el equipo de salud de nuestro país nos ha dado el mayor ejemplo de amor y compromiso por lo que hacen, de sacrificio y humanidad… porque no hay amor más grande que dar la vida por un desconocido.
Por todo esto, coincido con Natalia en que aquí hace falta más conciencia, más empatía, más solidaridad…y sobran los aplausos.