Muchas veces he escuchado decir que, en el contexto de la realidad laboral actual, estudiar Periodismo es lo más cercano a la hipoteca del futuro profesional. Ciertamente que existen múltiples factores que podrían dar asidero a esta visión, pero se dejan en el olvido otros aspectos que configuran un futuro bastante más esplendoroso si lo enfrentamos con herramientas adecuadas.
Hay que reconocer que el periodismo de hoy enfrenta cambios. El apogeo tecnológico y las redes sociales, la brusca obsolescencia del conocimiento y el empoderamiento de la audiencia configuran un escenario donde la información fluye a borbotones, pero carente de un hilo conductor que le dé sentido.
Esto genera una realidad informativa que, en opinión de varios teóricos, es caleidoscópica, poliédrica, sin la más mínima visión de conjunto. Los conocimientos no conectan principio con final, sin origen y sin finalidad común ¿O es que nunca ha sentido que tras presenciar un noticiero no sabe ud. nada nuevo para opinar, aplicar o aquilatar?
Hoy sufrimos de un mal informativo generado por el exceso. Nunca antes tuvimos tanta información al alcance, pero nunca tampoco estuvimos tan desorientados del acontecer, transformando a gran parte de la audiencia en verdaderos náufragos de la información.
Entonces, estos nuevos tiempos implican también nuevos retos para la profesión periodística. El informador debe ser un mediador y un gestor de información. Así entendido, la figura del periodista estaría lejos de desaparecer. Al contrario, debería adquirir cada vez mayor relevancia, satisfaciendo necesidades comunicativas derivadas de los nuevos estilos de vida y de las nuevas exigencias sociotecnológicas. Para eso, quienes trabajan con información deben contar con competencias específicas y tener un conocimiento acabado del material con el que trabajan, mucho más allá de la sencilla exposición de un qué, cuándo y dónde. Sin despreciar estos datos, estamos en el tiempo donde lo que se valora son los porqués o los paraqués.
La tecnología y su socialización generan tensiones y divisiones en nuestras estructuras etológicas y culturales. Por ende, no sólo debe preocuparnos propiciar y llegar al conocimiento disponible, sino que enfrentamos ahora el más difícil de los desafíos: lograr su difusión efectiva mediante un periodismo sólido, profundo, especializado e independiente.
¿Presenciamos un desfase en el proceso de transformar la información en un insumo útil a la sociedad? ¿Qué nuevos perfiles exige esta realidad para los informadores?, ¿Estamos empoderados en este universo cultural que se expande con la misma rapidez que lo hace el universo físico? ¿Qué responsabilidades tienen los medios y los profesionales que en ellos laboran en este retraso?
Interesantes cuestionamientos que interpelan a universidades, a los medios, periodistas y a la comunidad en general. Cuando tengan una respuesta satisfactoria, sólo ese día podremos sentirnos menos náufragos en el gigantesco océano de la telebasura, la infoentretención y la pseudoinformación, que actualmente bañan con enormes olas las costas de nuestra sociedad.
Dr. Fernando Gutiérrez Atala
Académico Escuela de Periodismo
Director Magíster en Comunicación Creativa
Universidad Católica de la Santísima Concepción