Maternidad inesperada


Hablar de maternidad y paternidad se hace cada vez más complejo en nuestro país y una de las causas de este fenómeno es la fractura antropológica entre el reconocimiento debido a la dignidad de cada persona humana y una verdadera ecología humana.

El fenómeno de envejecimiento de la población producto de la ganancia de años de expectativa de vida y la brusca caída de la natalidad, han colaborado en generar paradojalmente la invisibilización del hecho que estamos ante un real problema de armonía demográfica, con consecuencias económicas que harán peligrar la sustentabilidad y cohesión social.

Una verdadera política de Estado que busque proyectarse más allá del gobierno de turno e impactar positivamente en las futuras generaciones, haciéndose cargo de la maternidad inesperada, en sus causas y determinantes, no está suficiente reflejada en la agenda legislativa o de gobierno, menos aún a través de la actual propuesta legislativa de despenalización del aborto. Sin embargo grupos altamente ideologizados han enarbolado el reconocimiento de derechos y libertades sustentados en supuestos consensos mayoritarios circunstanciales como base para la construcción de una sociedad más igualitaria y de progreso.

En realidad pareciera que la salida a esta nueva manera de colusión entre ideología y poder sólo podrá ser remediada en el espacio público a través del reconocimiento de cada ser humano como un valor intrínseco inconmensurable, “one uf us”, en la actual propuesta europea de reconocimiento del embrión y feto como persona.

Frente a las nuevas formas de pragmatismo relativista, pequeñas agrupaciones con orientación social y público pueden ser una especie de buffer para sostener y restaurar los desequilibrios de ecología humana que contaminan nuestra casa común y que amenazan la vida de las nuevas generaciones antes de nacer.