Made in Bangladesh


Es de ocurrencia ordinaria que utilicemos vestuario con etiquetado “Made in China”, “Made in Vietnam”, “Made in Camboya” o “Made in Bangladesh”. A veces nos cuestionamos la calidad de lo adquirido, sin embargo ahora debemos enfrentar otra faceta de esa compra relacionada con las precarias condiciones laborales, bajos salarios y paupérrimas medidas de seguridad en el trabajo de los trabajadores que intervinieron en el proceso productivo.

Efectivamente, en Bangladesh, hoy el mundo presencia una tragedia humana de proporciones,  comparable al derrumbe de las Torres gemelas en Nueva York. En este país asiático, el 24 de abril pasado, se derrumbó totalmente el edificio Rana Plaza que albergaba en ocho pisos a varias fábricas textiles, con cerca de 4 mil personas en su interior. Los muertos ya superan las mil doscientas personas y los heridos 2 mil quinientos. Todo a pesar de las advertencias de grietas en la construcción, desestimadas con negligencia y ausencia de respeto por la vida de los obreros. Esto no es nuevo, hay reportes que en este país los últimos 15 años ya habían fallecido 600 personas y 3 mil heridos en incendios y derrumbes de diversas fábricas textiles, constituidas en verdaderas trampas mortales.

Este país, con verdaderos ejércitos de trabajadores, ubicados entre los peores pagados del orbe (incluso con 32 euros al mes), y en un 90% mujeres, prestan servicios a multinacionales que manufacturan como contratistas en vestuario para las más reconocidas marcas y firmas internacionales (Mango, El Corte Inglés, Group PWT, Benetton, Walmart, Primark, etc.) a las cuales parece no interesarles las condiciones laborales y de vida de las personas que fabrican sus productos para ser vendidos principalmente en países desarrollados.

Esta realidad no es exclusiva de Bangladesh. Otro caso destacado es China, gigante productor para multinacionales de infinidad de artículos distribuidos en todo el planeta. Han sido múltiples las denuncias por malas prácticas laborales, por ejemplo las realizadas contra Foxconn, la empresa taiwanesa mas grande del mundo en ensamble de productos electrónicos (Iphone, Ipad, Nokia, Nintendo, etc.), en la que entre los años 2007-2010 se produjeron 18 suicidios de trabajadores por sobrecarga de trabajo, comportamientos abusivos de directivos, etc.. Al hacerse público mundialmente el asunto derivó en la inclusión en los contratos de trabajo de una  absurda cláusula que liberaba a la empresa de toda responsabilidad en caso de suicidio.

Actualmente, y desde hace una década, China presenta un aumento sostenido del costo de la mano de obra, impactando en la industria textil al impulsar a las empresas contratistas transnacionales (Uniqlo, Lever Style Inc., Coach INC., Crocs Inc., etc.) a trasladar su producción a otros países de la región -como Bangladesh, Vietnam, Camboya e India- que se dedican cada vez en mayor medida a la manufactura masiva, ofreciendo aún menores costos de mano de obra y de exigencias en las condiciones laborales de los operarios.

Diversas organizaciones internacionales buscan crear conciencia a nivel mundial de este atentado a la dignidad de los trabajadores y a la ética empresarial. Al respecto, todos nosotros como consumidores constituimos un factor clave para que las empresas fomenten las mejoras en las condiciones laborales de los trabajadores que producen sus prendas en las fábricas de estos países y, además, contribuyan al pago de indemnizaciones, como ya ha ocurrido, en beneficio de dichos obreros.

fmonsalveFernando Monsalve Basaúl
Académico Facultad de Derecho
Universidad Católica de la Santísima Concepción