Lo que se ha hace en universidades del país para aumentar sus ganancias, ingresos, utilidades o como se denomine, está dentro de lo que permiten las mismas leyes -mientras estén vigentes-, aun cuando no sea justo. Las leyes no siempre son justas.
Existen sociedades anónimas, fundaciones, inmobiliarias, corporaciones, etc., que tratan de obtener el máximo de provecho del sistema, rebajando impuestos -hasta eludirlos-, retirar utilidades, crear empresas de servicios administradas por los mismos directivos o terceros, incluso dividir la universidad. Permitido por una ley, basada en la buena fe del ciudadano pues el legislador la concibió pensando en la rectitud del agente. La ley así concebida es también moral y quien la elude en el mismo marco legal va contra la recta razón. De este modo, inversionistas de la educación terciaria (CFT, IP, Ues.) han ingresado al sistema haciendo uso de todas las leyes y con el objetivo de obtener el máximo de ganancias en sus inversiones. De forma legal y de manera impecable, pues la ley no impide invertir, comprar, vender, hacer retiros, donaciones, fijar altos honorarios y muchas operaciones financieras.
Sin embargo, ¿es moral hacer negocio de la aspiración natural del hombre de querer ser humano? Nadie nace perfecto y se necesita la educación para perfeccionar capacidades y adquirir saberes que permitan integrarse positiva y productivamente a la sociedad. Para algunos la educación es un bien escaso (todos la necesitan) y de bien natural; por las leyes positivas se convierte en un bien de consumo, haciendo legal la existencia de empresas dedicadas a administrar dicho bien, cobrar por la gestión y obtener ganancias por ello. Es legal, porque las leyes lo permiten y es impecable la administración financiera y contable del recurso económico recaudado, pues se hace en conformidad a lo que las leyes permiten, pero es inmoral que lo hagan a costa de aquéllos que más la necesitan, las familias de clase media y pobres, que para asegurar educación continua de sus hijos están dispuestas a endeudarse. Quienes defienden el negocio, apologistas de la ideología del capital, se basan en los principios de las teorías neoliberales de libre mercado, donde “todo vale”.
Cuando la UNESCO (Delors, 1996) proclama «la educación encierra un tesoro», no es para hacer un negocio con ella, sino para destacar la riqueza humana que sólo es posible engrandecer por la educación, siendo responsabilidad del Estado y no de los particulares asegurar acceso y calidad a todos y en todas las modalidades y niveles. La riqueza de la educación radica en ser bien moral -pues educar a las personas es bueno- y no hacer un negocio con ella, aunque sea legal e impecable esa forma de ganar dinero.
Aladino Araneda Valdés
Académico Departamento Fundamentos de la Pedagogía
Facultad de Educación
Universidad Católica de la Santísima Concepción