Los últimos datos Simce siguen revelando que nuestros escolares presentan dificultades para comprender textos funcionales o de uso diario. Podríamos pensar que los estudiantes leen poco o menos que los estudiantes de antes. Creo que no es así, los jóvenes y niños de hoy leen mucho. Prueba de ello, es el tiempo que pasan conectados a internet donde uno de las actividades más importantes para interactuar es la lectura de diversos textos y elementos icónicos. Por esta razón, creo que hay que hacer una distinción entre los tipos de lecturas que realizamos y los objetivos que pretendemos alcanzar con dichas lecturas.
Cuando enfrentamos la lectura de un texto, el que sea, lo hacemos siempre con algún propósito: distraernos, divertirnos, aprender, conocer nuestros derechos, saber cómo funciona una máquina, entre muchos otros. Por tanto, leer es un medio que nos permite alcanzar objetivos mayores, resolver un problema, matar el tiempo mientras esperamos la consulta médica, disfrutar las aventuras de nuestros héroes o conocer el último acontecer de nuestro ídolo musical. Sin embargo, el objetivo de las actividades de lectura a las que nos enfrentan las pruebas estandarizadas como Simce o Pisa, están orientadas a desarrollar en las personas capacidades para resolver problemas propios de la vida ciudadana como informarse sobre alguna enfermedad, conocer las razones que subyacen a la fluctuación de los precios de los productos, comprender los fenómenos asociados al cambio climático, tomar las medidas para evitar contagios de enfermedades, entre muchas posibilidades. Tales modos de leer demandan un esfuerzo cognitivo mayor, porque requieren que el lector aísle las ideas principales, las asocie con otras informaciones y, al mismo tiempo, las aplique a su vida. Por tanto, ese modo de leer requiere ser aprendido en el sistema escolar y debiera ser promovido por la sociedad. La lectura orientada al desenvolvimiento socialmente responsable exige una disposición cognitiva más demandante y una situación de trabajo más organizada. El colegio, el liceo, la escuela requieren trabajar en ello; la sociedad, el entorno, por su parte, seguirán, y es positivo que así sea, promoviendo la lectura por el divertimento. Tales modos de leer son necesarios, pero al mismo tiempo, son diferentes.
Por tanto, leemos mucho todos los días. Los millones de estímulos lectores nos invitan a realizar tan tantas actividades como comprar, cuidarnos, endeudarnos o a tomar consciencia sobre algún hecho. Nuestros esfuerzos educacionales deberán seguir estando orientados a desarrollar y mejorar nuestros indicadores sobre la comprensión de aquellos textos que favorecen la formación de ciudadanos más exigentes, más demandantes y, por tanto, más opinantes. Y al mismo tiempo, necesitamos seguir favoreciendo aquella lectura para el disfrute y el descanso. Ambas formas de leer nos permiten desarrollarnos en las diferentes esferas de nuestra realidad: individual y social.
Dra. Mónica Tapia Ladino
Facultad de Educación
Universidad Católica de la Santpisima Concepción