La seducción de los atajos


Conmoción causó la investigación criminal por soborno y otros delitos, en los que habrían participado un ex presidente de la Comisión Nacional de Acreditación y dos rectores de universidades privadas. De ser cierto los hechos investigados, será la demostración más burda y extrema de utilizar un atajo en el obtención de la tan anhelada “excelencia académica”, y así financiar proyectos educacionales de dudosa calidad.

Pero lo más preocupante es que existen otras conductas que son un reflejo de la seducción de los atajos, muchas de ellas inspiradas en las mejores intenciones, pero que sólo dan la ilusión de un avance académico. Así por ejemplo, tenemos la demanda estudiantil para que la mantención de las becas esté supeditada única o fundamentalmente a consideraciones de tipo económico. Otro ejemplo, es la actitud del gobierno que, por un lado, rebaja los puntajes para conceder becas por mérito académico y, por otro, “incentiva” a las Universidades para reducir al máximo la deserción estudiantil. A todo esto se suma la idea de reducir los años de estudios de las carreras.

Uniendo todo lo anterior, el resultado puede ser desolador: ingreso de alumnos becados con bajos puntajes, mantención de sus becas sin considerar rendimiento académico, presión institucional para que la mayoría de los estudiantes obtengan su título profesional, y acortamiento de los años de estudio.

No pretendemos dar la solución para los complejos los problemas de nuestro sistema educacional; pero sí defendemos la idea de evitar los atajos indebidos y tener todos la voluntad de tomar el camino largo y muchas veces difícil, pero al final satisfactorio de conseguir logros académicos reales. Convengamos entonces que el esfuerzo debe comenzar desde los primeros años, para permitir que todo estudiante, cualquiera sea su origen social o económico, reciba una formación de calidad en la enseñanza básica y media. De esta forma, todo joven que lo desea podrá ingresar a la Universidad y obtener su titulación, siempre que tenga aptitud y dedicación al estudio, porque la educación nunca será gratuita. Podrá no tener un costo financiero para el estudiante, pero, como dicen los más antiguos, exige la disposición para quemar pestañas y renunciar a satisfacciones inmediatas en miras del beneficio futuro.

Rodrigo Fuentes Guiñez
Pofesor de Derecho Civil
Facultad de Derecho
Universidad Católica de la Santísima concepción