La Prueba INICIA que se aplica a los egresados de Educación Básica (EB) desde 2008 y Educación de Párvulos (EP) desde 2009, es uno de los cuatro componentes del Programa INICIA que lleva adelante el Ministerio de Educación, fruto de un acuerdo con el Consejo de Decanos de Facultades de Ciencias de la Educación del CRUCH, y que busca mejorar la Formación Inicial de Profesores (FIP), desarrollando otras tres iniciativas, a saber: la Formulación de Estándares de Desempeño Pedagógicos y Disciplinares para la FIP, el Programa de Fortalecimiento de la FIP y la Asignación de la Beca Vocación de Profesores (incorporada el 2011). Actualmente se discute en el parlamento el Proyecto de Ley que crea el Examen de Excelencia Profesional Docente y la Asignación de Excelencia Pedagógica Inicial.
Hasta ahora, la prueba es voluntaria tanto para las instituciones como para los estudiantes, razón por la cual el año 2011 la rinde el 64% de los estudiantes de EB y el 73% de los estudiantes de EP inscritos por las universidades de 49 que aceptaron la invitación de un total de 59 que fueron invitadas. Es decir, 10 universidades que forman profesores no rinden la Prueba Inicia por lo cual no tienen un diagnóstico del nivel de preparación de sus estudiantes.
El porcentaje de asistencia se calcula en base a la cantidad de estudiantes inscritos por la universidad pero no necesariamente esa cifra (4.874 el año 2011) es el universo de estudiantes que tienen el 100 de avance curricular y están en condiciones, en consecuencia, de rendir la prueba, por su condición de Egreso. Como dato general, tenemos que el 2011 se presentan resultados de aprendizajes en dos grupos: un primer grupo de 24 universidades con 21 o más estudiantes evaluados y un segundo grupo de 17 universidades con 20 o menos estudiantes evaluados. Así, en el primer grupo, se presentan desde 21 a 153 estudiantes (la cantidad más alta) y en el segundo grupo que la rinden, ocho universidades inscriben menos de 10 estudiantes (2, 3, 4, 5, etc.).
La Prueba INICIA que se aplicó el 2011 en Educación Básica tiene como referente los nuevos Estándares Orientadores para Egresados de Carreras de PEB y disponibles desde septiembre de 2011. Los currículos vigentes aún no contemplan esta “vara”. Hoy se elaboran estándares para Educación de Párvulos y para la enseñanza secundaria (1º a 6º) de las áreas del Lenguaje, Matemática, Ciencias Naturales, Historia, Geografía y Ciencias Sociales. Las otras áreas se abordaran de acuerdo a una planificación diseñada hasta el 2014. La prueba que se rinda a futuro, en todas las carreras se hará en función a tales estándares.
La prueba aplicada en EB evalúa saberes pedagógicos y disciplinares que debe poseer un profesor o profesora para hacer clases de 1º a 6º en Lenguaje y Comunicación, Matemática, Ciencias Naturales y Ciencias Sociales. Además, se avalúan habilidades de Comunicación Escrita (a través de un Ensayo) y una prueba de Habilidades Básica TICs (uso de software libre). En este sentido, los resultados logrados por los estudiantes que rindieron la prueba tienen como referente un estándar más elevado o alto que en los años anteriores, por lo tanto, era previsible que dichos resultados fueran en general bajos. Lo que viene ahora es que las universidades deberán ajustar el currículum de formación inicial al nuevo estándar de FIP para la EB. El año 2014 debieran estar todas las carreras ajustados a dichos estándares, que son y debe ser altos, como lo necesita el país para su desarrollo.
En cuatro años de aplicación de la prueba INICIA hemos aprendido varias cosas, que sólo las pruebas pueden informar para una adecuada toma de decisiones. INICIA es una prueba de diagnóstico para los estudiantes y universidades, y así debe ser considerada, pues es información relevante para ellos y para las autoridades, mas que para el publico general, que juzga pero que difícilmente puede intervenir para mejorar el proceso, más allá de influir en prestigiar o no a la institución.
Me refiero a dos aprendizajes que la Prueba Inicia deja a quienes nos ocupamos de la Calidad de la Educación en Chile.
En primer lugar, que existe una alta correlación entre el puntaje de PSU (ingreso) y el puntaje de la prueba INICIA (egreso). En consecuencia, sabemos que los resultados de INICIA pueden ser iguales, superiores o inferiores a los esperados, atendiendo al dato de tal puntaje. Es decir, los estudiantes salen “igual”, “mejor” o “peor” de como entraron dependiendo del proceso formativo de la institución que los matricula, en las condiciones que entran al sistema; entre las cuales están el promedio NEM, el Nivel socioeconómico, la procedencia escolar, etc. Un aspecto relevante del diagnóstico es determinar el “Valor Agregado” (Terenzini, 2009) por la Universidad a la calidad de sus estudiantes matriculados. Para mejorar los resultados y lograr estudiantes con niveles de Desempeño Sobresaliente, la institución ha de emprender (e invertir) en seis actividades, a saber: a) elevar el nivel de exigencia académica, b) desarrollar experiencias significativas de aprendizajes, c) fortalecer contenidos para el S.XXI, d) ofrecer programas pertinentes y efectivos de especialización y postgrado, e) fortalecer el cuerpo académico y f) incrementar la investigación sistemática en educación . Esto es fundamental para mejorar resultados. A Resultados Sobresalientes de los estudiantes corresponde Desempeños Notables de las instituciones formadoras.
En segundo lugar, también sabemos que los resultados nacionales e institucionales entregados a conocimiento público son un promedio de los puntajes de quienes rinden la prueba y la institución no conoce el nivel de desempeño logrado por cada estudiante en la prueba, aún cuando sean desagregados en Sobresalientes, Aceptables e Insuficientes. Las diferencias entre los niveles de desempeño son, con altos índices de correlación, atribuibles a los estudiantes que entraron a la carrera con puntaje PSU alto, mediano o bajo. Por ello, dos medidas se debieran tomar en las instituciones formadora, a saber a) el puntaje de ingreso (PSU) debiera ser un dato relevante al momento de “adecuar” el curriculum de formación a las características de los estudiantes, es decir, el perfil de ingreso sea tan importante como el perfil de egreso para diseñar el itinerario formativo y el tipo de actividad curricular a realizar por el estudiante y cuando corresponda, hacerse cargo de nivelar a los estudiantes al ingreso y apoyar durante el proceso. Y, b) requisitos mínimos a considerar por todas las instituciones dedicadas a la FIP, lo que no sucede hoy, puesto que para estudiar pedagogía en algunas instituciones se exige únicamente la licencia de enseñanza media y el puntaje PSU es un dato y no un requisito, ni siquiera lo preguntan. Todas las instituciones debieran cumplir con los mismos requisitos, para dar garantías de rigurosidad en el ingreso y calidad en el egreso. Aún así, cada institución formadora deberá determinar el perfil de ingreso de sus estudiante para formarlos como profesores y, en consecuencia, el puntaje de entrada estará supeditado al sello que la institución imprimirá a la FIP conforme a su misión y visión, valor que agregará a la FIP en el contexto de una realidad sociocultural determinada, concreta y que exige que sea consistente.
Prof. Aladino Araneda Valdés
Académico Facultad de Educación
Departamento Fundamentos de la Pedagogía
Universidad Católica de la Santísima Concepción