Cada cierto tiempo surge un tema de transporte de moda que suena fuerte en los medios para luego silenciosamente desaparecer, sin enterarnos en qué terminará. Pasó hace poco con el conflicto de los puentes Chacabuco e Industrial, y ahora está ocurriendo con un tranvía en nuestra ciudad.
Frente a esto, es necesario mantener la mente fría y no dejarse llevar por ideas románticas sin tener los “datos duros” a mano, datos que aún no están. El tranvía es un modo no contaminante para altas demandas, nos trae bellas imágenes de ciudades europeas, y nos lleva al pasado cuando cumplía un rol importante en nuestra ciudad.
Exige intervenir la red vial a nivel de arcos y nodos, implicando altos impactos e inversión. Todos los modos de transporte, motorizados o no, competirán por un mismo espacio, generando problemas de seguridad. Pero, ¿cuál es el problema que buscamos resolver? Lo que busca el ciudadano común es reducir la congestión, ¿resolverá el tranvía este conflicto? ¿Se logrará que los conductores se bajen de sus vehículos y prefieran este nuevo sistema? ¿Tendrá suficiente demanda y permitirá que financie al menos su operación? Si la respuesta es no, ¿estamos dispuestos a que el Estado lo subsidie? Si se resuelven los problemas de congestión, mi voto es sí, pero eso aún no lo sabemos.
Los recursos son escasos y si esto no resuelve los grandes problemas de transporte como ocurrió con el Puente Mecano, es preferible que se destinen a otros proyectos que sí lo harán. Aún no tenemos las respuestas, pero confío en que los estudios las darán y espero que nuestras autoridades tomen decisiones coherentes a un costo y plazo razonable para la comunidad.
Solange Loyer Correa
Académica Facultad de Ingeniería
Universidad Católica de la Santísima Concepción
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