El historiador norteamericano Robert Rosenstone, planteó que la historia no puede ser reconstruida únicamente en papel, sino que puede existir otro modo de concebir el pasado a través de elementos que no sean sólo la palabra escrita, como el sonido, la imagen, la emoción, el montaje, e incluso la música. Aquí puede radicar lo interesante de la película “No” de Pablo Larraín, ya que ha permitido generar el debate y la discusión en torno a un momento de suma importancia como fue el plebiscito de 1988 que marcó la historia reciente de nuestro país.
Si bien la historia sirve para comprender el pasado desde el presente, también es cierto que las fuentes para poder entender los diversos fenómenos que nos han marcado no sólo se encuentran en los libros, sino que el cine a través de sus imágenes, puede hacernos encontrar una vía que nos conecte más intensamente con nuestro pasado histórico. Al respecto, una película que considere la historia o algún elemento puede ser de Reconstrucción Histórica (sin voluntad directa de hacer historia posee un contenido social que con el tiempo se transforma en un testimonio), de Ficción Histórica (que evoca un pasaje de la historia para narrar el pasado) o de Reconstitución Histórica (que tiene una voluntad directa de hacer historia), están sujetas a errores, impresiones, vacíos, e incluso tendencias políticas, lo cierto es que de todas maneras se transforma en un testimonio más de todo lo que puede rodear un suceso, un hecho, una guerra o un personaje de nuestra realidad.
Nos encontramos así, en un mundo dominado por las imágenes, donde cada vez más la gente se forma una opinión y una idea por medio del cine, e incluso éste se ha trasformado en el último tiempo, en prácticamente el medio exclusivo de sectores más jóvenes para motivarse y aprender aquello que les enseñan en el colegio. Por lo tanto, el desafío para los educadores, no es darle la espalda a una película, sino tener una mirada lo suficientemente amplia para abordarla y guiarla con análisis y comentarios fundados que permitan recuperar las vivencias del pasado.
Si bien la película “No” en su guión queda en deuda en recalcar que desde el propio itinerario constitucional estaba fijado llevar adelante un plebiscito, y que la franja televisiva y la campaña publicitaria de oposición al Gobierno Militar fueron solamente unos elementos más dentro de un conjunto mayor de medidas asumidas mucho antes del 5 de octubre de 1988, todas maneras, se transforma en una vía útil para las nuevas generaciones que no vivieron el momento histórico, el poder acercarse a la historia reciente de nuestro país, pero sin olvidar que las películas de ficción son una aproximación, que sólo sugieren lo que ocurrió.
Erna Ulloa Castillo
Académica Facultad de Comunicación, Historia y Ciencias Sociales
Universidad Católica de la Santísima Concpeción