Cuando, desde nuestras funciones que nos son propias, vemos y vivimos el día a día y un mundo que camina a paso vertiginoso, y nos hemos detenido a preguntarnos hacia dónde, la respuesta no ha de dejarnos indiferentes, máxime cuando somos testigos de cómo nuestra sociedad ha cambiado, de cómo nuestros jóvenes han pasado desde el silencio, a alzar la voz y a gritarnos a todos quienes tenemos los oídos duros y hasta sordos, e inmersos en satisfacer necesidades superfluas, de que ellos buscan un mundo mejor, un cambio ya no de las estructuras económicas sino de nuestro estilo de vida, del como ver al otro, pensarlo, entenderlo y respetarlo. Ahora el testigo está en nuestras manos, en ponernos de acuerdo, actuar como adultos, y no sacar mezquinos cálculos electoralistas y caer en el populismo, que más que traer dividendos positivos en pro de una sociedad más solidaria, más justa y democrática; traerá lo que algunos buscan en un afán sin sentido, un relativismo absoluto, que va desde el reescribir la Historia, las bases del humanismo, el hombre integral ético y moral, a un hombre que busca autosatisfacción, que niega la existencia de Dios y se siente superior a EL. La búsqueda de la Verdad, es una tarea en que todos debemos estar empeñados, la Razón no es incompatible con la Fe, ambas se conjugan y son comprensibles y entendibles y no antitéticas. No tengamos miedo de proclamar el sentido de la Verdad, que hay un mundo que legar a nuestros hijos y nietos. No son tiempos fáciles, no es sencillo decir y ser Cristiano, aunemos fuerzas y caminemos a una sociedad empática y no individualista, creemos una cultura de la vida y del entendimiento, donde el dialogo sea el norte y la sinrazón y la falta de Fe el pasado.
Dr. Marcelo Jara Román
Académico de Licenciatura en Historia
Universidad Católica de la Santísima Concepción