Hombres y violencia hacia las mujeres


Si bien las expresiones de violencia de género hacia las mujeres son múltiples, tal vez la que más reconocemos es aquella que se da en contextos de pareja. Distintas fuentes nos indican que estas agresiones se intensificaron durante estos dos años de crisis sanitaria y confinamiento en el hogar, ya que muchas mujeres tuvieron que permanecer por períodos prolongados con sus agresores y sin mayor contacto con potenciales redes de apoyo.

Lo anterior se ve reflejado en el aumento de las llamadas de auxilio al fono 149, que en el mes de mayo 2020 aumentó en un 314% respecto al mismo mes del año 2019. En cuanto a la manifestación más extrema de la violencia de pareja, como son los femicidios íntimos, en el último tiempo estos superan las 40 mujeres asesinadas cada año: 42 en 2018, 46 en 2019 y 43 en 2020. Durante este 2021, al mes de octubre, ya se registraban 33 casos.

Para abordar esta situación me parece importante recoger la perspectiva de algunas intelectuales feministas que plantean que estas agresiones no son un problema de las mujeres, sino que son un problema de los hombres que ejercen violencia y las mujeres enfrentan las consecuencias de ella. En este sentido, las medidas de política pública debieran apuntar entonces a la raíz de la situación, que serían las conductas agresivas de los varones.

Y en esa línea, considero que es necesario y urgente proponer intervenciones dirigidas hacia la población masculina en al menos tres direcciones:

PREVENCIÓN: Promoviendo acciones de educación emocional con los niños desde temprana edad, intentando erradicar con ello el estereotipo de que los hombres no lloran y tienen que demostrar su fortaleza a toda costa. Además, al aprender a trabajar con sus emociones los niños podrán manejar de manera no violenta la frustración y los conflictos posteriormente.

SANCIÓN: Revisar ajustes legislativos que amplíen las situaciones susceptibles de ser consideradas como violencia de pareja, así como una mayor fiscalización de las normativas vigentes en esta materia para evitar el incumplimiento de medidas precautorias por parte de agresores, por ejemplo, las cuales en varias ocasiones terminan con el asesinato de mujeres (femicidios).

RE-EDUCACIÓN: Generar y ampliar la cobertura de programas de atención accesibles para hombres que se quieren responsabilizar de su cambio, ya que actualmente la cobertura de estos centros es muy reducida. De hecho, en la zona del Bio Bio hay sólo un programa de estas características que debiera atender a todos los varones de la región que quisieran recibir acompañamiento para modificar sus creencias y conductas.

Pero además de todas las propuestas anteriores, creo que los hombres tenemos una responsabilidad ética que asumir y en virtud de la cual debemos incorporar acciones a nivel familiar y personal que – aunque puedan parecer de pequeña escala – son absolutamente necesarias. Entre ellas están el promover con el ejemplo en el hogar estilos de crianza basados en la equidad y el respeto, el condenar las conductas violentas en todos los espacios cotidianos en que nos desenvolvemos (trabajo, estudios, etc.) e invitar a otros hombres a reflexionar y cambiar prácticas sexistas y violentas (pornografía en grupos de Whatsapp, acoso sexual callejero, etc.).