Higgs: La Cacería de la Partícula Maldita


Todos los adultos hemos sido niños, pero pocos lo recordamos. Los niños suelen hacer preguntas interesantes, atrevidas,  inteligentes. Preguntas como ¿De dónde se originó el mundo? ¿Por qué el Sol es amarillo y no azul o rojo o de cualquier otro color? ¿Por qué brilla el Sol? ¿De qué está hecha la luz? ¿Por qué la luna es redonda y no cuadrada o de cualquier otra forma? ¿Por qué las piedras son tan pesadas y las plumas tan livianas?

Pocas veces esas preguntas obtenían una respuesta. La ignorancia de los adultos frente a las preguntas de un niño se manifiesta a menudo a través del ridículo, o la evasión. Frustrados, la mayoría aprende a no hacer esas preguntas, las cuales caen en el olvido.

Pero esas interrogantes siguen ahí, y sus asombrosas respuestas también. Además, cada respuesta conlleva un automático “¿Y por qué esa respuesta?”, formándose una cadena de sucesivas interrogantes y réplicas. Las preguntas son cada vez más interesantes y apasionantes, y las respuestas cada vez más profundas y elegantes. La Ciencia es el método para ir avanzando en esta cadena.  Con cada eslabón comprendemos más y más.

La pregunta natural ahora es ¿dónde acaban estas cadenas? Siempre debe de haber una última respuesta; una respuesta tal que si preguntamos una vez más “¿y por qué…?” la respuesta será: “No lo sé… y nadie hasta ahora lo sabe con certeza. Quizás en el futuro lo sabremos.”

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Eduardo Rodríguez
Doctor en Ciencias Físicas
Investigador y Académico de la Facultad de Ingeniería.
Universidad Católica de la Santísima Concepción


Fernando Izaurieta
Doctor en Ciencias Físicas
Investigador y Académico de la Facultad de Ingeniería.
Universidad Católica de la Santísima Concepción