Estos últimos días, a partir de entrevistas dadas por el ministro de energía Juan Carlos Jobet, ha resurgido el interés en los combustibles renovables y reaparecen llamados a la independencia energética, Chile exportador de energía y otras iniciativas. La verdad es que el hidrógeno es un combustible que ha sido utilizado con mucho éxito durante varias décadas y por otra parte el potencial de energías renovables chileno es conocido y no ha cambiado, entonces ¿en qué se basa este renovado optimismo?, ¿será que nos quieren desviar la atención de los problemas sociales?
La principal razón del lento avance de las energías renovables no convencionales (léase solar, eólica, geotérmica, entre otras) está en su baja concentración, es decir, se deben realizar numerosas y costosas inversiones para capturar pequeñas cantidades de energía, lo que la hace cara y muy invasiva en términos del espacio requerido para hacerla más eficiente. Sin embargo, hay motivos para ser optimistas en cuanto al futuro de estas renovables, especialmente de la energía solar, muy abundante en el norte de Chile.
El 19 de Noviembre del 2019, una empresa Norteamericana “Heliogen”, realizó un gran anuncio. Ellos habían sido capaces de lograr temperaturas sobre los 1000°C utilizando solo energía solar y proyectan llegar a los 1500°C. A partir de la combinación de muchos espejos altamente sofisticados, tecnología de visión computacional e inteligencia artificial, habían logrado concentrar el reflejo de la luz solar sobre un punto específico tal que las temperaturas logradas superaban con creces los máximos alcanzados hasta entonces (565°C). Pero ¿qué tiene de importante este logro?. Estas temperaturas son las necesarias para competir con sistemas industriales que consumen grandes volúmenes de combustible, como son la fabricación del cemento, del acero, turbinas de generación eléctrica, etc. Entonces esto permite proyectar la energía solar ya no solo para paneles fotovoltaicos que capturan un pequeño porcentaje de la energía y la transforman en electricidad, sino que para desarrollar una industria nacional de cero emisiones.
Uno de estos procesos intensivos en energía es la llamada “electrolisis”, que se puede utilizar para separar, desde una molécula de agua, el hidrógeno del oxígeno, generando una molécula gaseosa de hidrógeno puro “H2” que sirve como combustible. Mejor aún, la combustión del hidrogeno tiene como residuo agua, es decir, no emite partículas de carbono a la atmósfera y por ende no tiene efecto invernadero.
Este es solo el comienzo del camino, ahora debemos concentrarnos en cómo almacenar el gas, concentrarlo, optimizar los procesos de electrolisis, convertir los sistemas de combustión para que funcionen con H2, transformar estaciones de servicio, construir puertos para su exportación, desarrollar redes de distribución, estaciones de trasformación, etc. Se nos abre un mundo de oportunidades para un país que está pidiendo a gritos (literalmente) avanzar hacia una sociedad mejor.