Fertilización del mar


La llamada “fertilización del mar” es una idea detrás de la hipótesis de limitación de hierro que tiene décadas de discusión, y se basa en la evidencia de que una parte importante de la productividad primaria de los océanos estaría limitada por este oligoelemento. Bajo este contexto, y considerando de que el principal captador de CO2 son los océanos, la idea de mitigar el calentamiento global reduciendo algo del exceso de CO2 atmosférico agregando artificialmente hierro a extensas zonas de océano limitados, ha generado un amplio debate en la comunidad científica. Esta “fertilización” produciría un aumento de los productores primarios, que son el fitoplancton, los cuales serían capaces de incrementar significativamente la incorporación de CO2 atmosférico, para ser finalmente secuestrado en la forma de materia orgánica en las profundidades. Si bien hay algunos experimentos realizados en terreno en donde se agregan toneladas de hierro a una cierta área oceánica, aún no es clara la forma en cómo los ecosistemas responden y los potenciales efectos cascada que esto pudiese conllevar en el tiempo.

En estos últimos años la empresa canadiense Oceaneos, Marine Research Foundation, una startup financiado por CORFO el año 2014, ha ido más allá y ha promulgado la idea de que fertilizando los océanos con fierro aumentará la producción de peces y por ende la actividad pesquera, producto del efecto en cascada en la trama trófica (aumento de microalgas, aumento de consumidores primarios, secundarios y finalmente peces). Hay 4 hechos que son importantes de destacar: (1) la hipótesis original de la “fertilización del mar” nunca fue pensada en el contexto de pesquerías, sino más bien en la posibilidad de secuestrar algo de CO2 atmosférico en exceso y aminorar el calentamiento global. (2) No hay evidencia directa que demuestre que un vertimiento masivo de hierro pueda generar efectos positivos en la producción de biomasa de peces. (3) El aumento en las microalgas puede conllevar floraciones algales nocivas, como es el caso de los dinoflagelados que producen la marea roja, tal como lo han sugerido algunos estudios científicos. (4) Una práctica a todas luces irresponsable, viola de forma profunda los parámetros éticos y bioéticos que deberían sostener nuestra sociedad. Dado que sabemos poco de cómo funcionan nuestros sistemas naturales, y en especial en Chile, es difícil poder aventurar o predecir los efectos que pueden conllevar este tipo de prácticas.

La sustentabilidad de nuestros recursos naturales, y en particular la pesquera, no pasan por intervenir de forma artificial y desde la ignorancia los ecosistemas. Es claro que la solución más factible, ética y responsable es poder gestionar mejor nuestros recursos, generando cambios en nuestra conducta tanto personal, empresarial y del estado, con políticas pesqueras y de conservación claras y de largo plazo fundadas en conocimiento científico.