Esperando a Sucupira: Las carreras científicas en Chile


Durante los últimos años hemos presenciado la continua disminución de postulaciones a las carreras de ciencias básicas. Varios académicos hemos participado en el análisis de este fenómeno. Sin embargo, quiero ir un paso más atrás en este análisis: ¿Somos los científicos necesarios para el desarrollo del país? Si la respuesta es no, esperemos que el mercado opere y estas carreras se extingan; de lo contrario, debemos encontrar mecanismos para potenciar la atracción y formación de científicos.

Desde el gobierno se envían mensajes contradictorios. Por un lado, existen becas de postgrado y nuevas líneas para financiar la investigación, mientras que por otro, el MINEDUC evalúa las carreras solo con variables de mercado. La prensa bombardea con rankings de los profesionales mejores pagados para que los estudiantes encuentren su “vocación de vida”. Además, existe la idea de que todos los científicos somos muertos de hambre. Aunque se obvia, y solo en términos económicos, muchos egresados no considerarían una miseria recibir 1 millón de pesos mensuales de beca ¡por estudiar un postgrado! Una carrera científica es de “largo aliento” y sigue una lógica diferente a las carreras tradicionales, siendo la vocación un aspecto esencial. Bajo esta realidad y prejuicios, sumada a la cultura del éxito express que impera, deberíamos cerrar la mayoría de las carreras científicas.

Se habla mucho de “ciencia, tecnología e innovación”, como si éstas cayeran del cielo, siendo que requieren de gran inversión en atracción y formación de profesionales de las ciencias. A nivel país existen acciones, pero estamos lejos de una política explícita. En cuanto a las universidades, la mayoría responde con la lógica de mercado, cerrando las carreras, a pesar que muchas de ellas declara como misión el desarrollo de conocimiento.

Se debe cambiar la lógica de mercado para evaluar las carreras científicas y generar mecanismos, tanto en el estado como en las universidades, que aseguren su sustentabilidad aún con bajas matrículas, y dar espacio a la formación de jóvenes con vocación por la investigación. Sin una política clara no me queda más que esperar que vuelva la noventera teleserie “Sucupira” con guapas biólogas marinas para que al menos, por moda, podamos captar jóvenes interesados en las ciencias (fue uno de los años con mayores postulaciones a esta carrera)… Al menos funcionó conmigo.

abranteDr. Antonio Brante
Académico Facultad de Ciencias
Universidad Católica de la Santísima Concepción