Este 12 de mayo finaliza la conmemoración de los 200 años del natalicio de Miss Florence Nightingale, precursora de la Enfermería profesional. Y quién pensaría cuando la OMS declaraba el 2020 como el año de la Enfermería y se programaban sendas celebraciones en todo el mundo, que irrumpiría una pandemia de tales proporciones que toda esa agenda se quedaría corta frente a la mayor exposición que el trabajo de estos profesionales haya tenido en largo tiempo.
Por todas partes pudieron conocerse ejemplos de vocación, servicio, empatía y sacrificio de Enfermeras y Enfermeros formados concienzudamente en la ciencia y el arte del cuidado de las personas; reportados por numerosos pacientes y familias que vivieron la triste experiencia de haber sido tocados por el coronavirus. No sólo en las unidades de cuidados críticos pudo verse el abnegado esfuerzo de enfermería por sacar adelante a pacientes en condiciones muy adversas, lidiando con la escasez de recursos, el temor por su propio bienestar y sometidos a agotadoras jornadas de trabajo, estos profesionales también han estado firmes colaborando en todas las áreas de la pandemia, en las residencias sanitarias, trasladando enfermos graves por carretera y por aire, muchas trabajando en trazabilidad, dando continuidad a los programas de atención de pacientes crónicos o liderando la vacunación.
La lista es mucho más larga. El trabajo ha sido tanto, que el recurso humano no ha dado abasto. La urgencia y tamaño de la demanda, requirió hasta de quienes que se están formando en esta hermosa profesión, los que han venido a refrescar con su juventud el agotador espacio de la atención de salud en pandemia. Las enfermeras y enfermeros dedicados a la formación de las nuevas generaciones han debido hacer un gran esfuerzo para adaptar los procesos de enseñanza-aprendizaje al escenario de la contingencia.
Pero en este bicentenario no les bastó con “hacer la pega” fueron más allá, prestando sus celulares para comunicar a las familias, llevando la música por los pasillos del hospital ya sea con instrumentos o simplemente cantando, organizando momentos de oración y cuidado espiritual, cosiendo mascarillas de género o haciendo esfuerzos creativos y consistentes por educar a la población. Esta lista también es mucho más larga.
Consecuentemente el mundo se ha rendido ante semejante demostración de amor humano. Se han levantado esculturas de reconocimiento para dejar un recuerdo permanente del trabajo de las enfermeras. En León, España la hicieron con la forma de una mano que sujeta a otra. Han sido consideradas para liderar los discursos que se han hecho cargo de resumir el trabajo del equipo de salud durante la pandemia. Hasta el primer ministro inglés dijo “es difícil encontrar las palabras para expresar mi deuda” refiriéndose al cuidado fraterno que recibió de profesionales de enfermería a los que llamó ángeles. Los homenajes se han multiplicado por todo el orbe
A punto de finalizar el aniversario 200 de la enfermería mundial y preparándose este 2021 para iniciar un nuevo siglo de vocación por la vida, los profesionales de la orden han demostrado que el “CUIDADO”, la ciencia a la que dedican todo su estudio y trabajo es esencial. Florence estaría orgullosa.