(Encuentro tradicional con el clero de Roma al inicio de la cuaresma)
Se veía a un papa distendido y sereno que había anunciado su renuncia, pero que todavía no se había producido, por lo tanto era su obispo, pero ya sin la carga que se ve claro que le estaba oprimiendo.. El cardenal Vallini, Vicario general para la diócesis de Roma, le manifestó en nombre de todos los sentimientos de tristeza, respeto y afecto de todos los presentes. El Papa se dirige todavía a “su” clero y les anuncia que no ha preparado un “grande y verdadero discurso”; por eso, les va a dar una charla sobre el Concilio Vaticano II “tal como yo lo he visto”.
Dirá que él era el más joven de los profesores de la Universidad de Bonn, de donde acababa de ser nombrado profesor y a la que asistían los seminaristas de la diócesis de Colonia y de otras diócesis vecinas. Por eso, tuvo pronto contacto con el cardenal Frings, arzobispo de Colonia.
Ya el año 1961, el arzobispo de Génova, Cardenal Siri, organizó una serie de conferencia de varios cardenales sobre el Concilio. El cardenal de Colonia le pidió al joven teólogo Ratzinger que le escribiera el borrador, que gustó tanto al cardenal que lo presentó en Génova “tal como yo lo había escrito”. Gran susto cuando a los pocos días llama el Papa Juan XXIII al cardenal Frings, que sale asustado para Roma pensando que algo mal había hecho. El Papa le llamaba para decirle que a él le hubiera gustado decir lo que él había dicho pero no encontraba las palabras indicadas. Ese fue el comienzo de la amistad y respeto que le dio el cardenal Frings y que le llevaría a acompañarle al concilio como su “experto personal” y recibir después el cargo de “perito oficial del concilio”.
Cuenta el Papa cómo fueron rechazados tantos trabajos preparados y cómo se esperaba la llegada de los Padres Conciliares para que estamparan su voto. Con términos a veces manifestando la molestia algunos Padres, como Lienart, Suenens, Lercaro y Frings, pidieron la retirada del material preparado por la Curia y que hubiera tiempo para conocerse antes de formarse las comisiones. La fuerza del cardenal de Colonia le proporcionó codearse con lo más granado del episcopado mundial y con los peritos.
Cuatro grandes temas esperaban a los Padres: la liturgia, la eclesiología, la Palabra de Dios y la Revelación; luego se agregó el Ecumenismo y urgido por el episcopado francés, más que por el alemán se trataría el tema de las relaciones entre la Iglesia y el mundo. (seguirá)
Pbro. Cecilio de Miguel Medina
Director de PastoraL
Universidad Católica de la Santísima Concepción