Actualmente la presencia de nutrientes y fitoquimicos que ingresan a través de nuestra dieta, muestran a través de distintos mecanismos de acción y en distintos niveles de evidencia, roles cardioprotectores, vasodilatadores, antitrombóticos, antioxidantes, antiinflamatorios, antiagregantes. Por lo que la presencia de estos en la dieta es necesaria para disminuir el riesgo de generar un evento patológico cardiovascular.
La realidad en el país es preocupante. Los estilos de vida como el nuestro (occidental), se caracteriza por un exceso de alimentos cárnicos y derivados (por ejemplo, carnes rojas y embutidos), altos en azúcares como productos de pastelería y grasas. Además, de comidas altas en colesterol, ácidos grasos saturadas y trans (lácteos altos en grasas, carnes y derivados). A esto, hay que sumarle un precario consumo de frutas, verduras, hortalizas, pescados y frutos secos.
Entonces, ¿qué recomendaciones o tipo de dieta podríamos seguir para mantener un corazón saludable? Para eso, debemos apoyarnos en estilos de alimentación, como por ejemplo la dieta mediterránea, que a lo largo de la historia contemporánea, ha sido asociada a buenos indicadores de salud. La primera representación de la dieta mediterránea fue propuesta como una pirámide en 1993, y hasta la fecha mantiene esta forma, mostrando en su base hábitos como: bailar, ejercitarse, comer en familia, representando lo importante del gasto de energía y el componente social de la alimentación. En el siguiente escalón (desde la base hacia la punta), se encuentra un diverso grupo, compuesto por alimentos vegetales como frutas y verduras, cereales, legumbres, aceite de oliva, hierbas y el vino, se recomienda a diario su consumo. El siguiente nivel, está compuesto por pescados y mariscos, recomendados dos veces por semana. Le siguen las carnes de ave, huevos, lácteos, en donde su consumo es semanal. Por último, en la punta, que corresponde a los azúcares y carnes rojas, su recomendación es «menos frecuente».
También, nuestro país, se ha sumado a iniciativas impulsadas por la Organización Mundial de la Salud a partir de 2006, como lo es la “Campaña Cinco al Día”, que nos sugiere consumir cinco «porciones» de frutas y/o verduras.