El Covid-19 y la Ciencia para la Paz y Desarrollo


El 10 de noviembre la ONU estableció el día mundial de la Ciencia para la Paz y Desarrollo. Este año en particular, a raíz de la pandemia Covid-19, se enfoca según la propia organización en «La ciencia para y con la sociedad para hacer frente a la pandemia global», lo que nos orienta a reflexionar sobre la importancia de la ciencia en nuestras vidas. Al día de hoy, el coronavirus SARS-CoV-2 ha cobrado la vida de más de 1,3 millones de personas en más de 200 países en el mundo.

Al inicio de la pandemia enfrentarse a un virus totalmente desconocido fue el gran reto de los países que presentaron los primeros contagios. Muchos de ellos llamados “desarrollados” se vieron sin la posibilidad de hacer frente a la pandemia, situación que aún no se encuentra resuelta. Durante esas primeras semanas, la percepción sensorial y el razonamiento lógico de los hechos ayudaron a científicos a levantar los primeros conocimientos sobre a qué nos enfrentábamos. Desde aquellos días hasta hoy, son cientos las investigaciones realizadas por grupos de profesionales multidisciplinarios de las áreas de la epidemiología, la genética, y/o la medicina, publicadas en editoriales científicas que buscan conocer el funcionamiento del virus, la forma de propagación y una vacuna exitosa que supere todas las pruebas en la población. Todo el conocimiento nuevo generado enriquece la comprensión de problemas que son de mayor complejidad como es el caso de esta pandemia global. En su mayoría, lo que conocemos hasta hoy del Covid-19 se ha hecho con trabajo científico, el cual ha estado dirigido a salvar vidas. Por ejemplo, en una de las últimas investigaciones publicadas en la prestigiosa revista Nature Biotechnology un equipo de epidemiólogos demostró que la cepa del virus SARS-CoV-2 puede ser encontrada en aguas residuales. El monitoreo de estas aguas trae beneficios relevantes en relación a planes de vigilancia en sectores comunitarios -hasta ahora única forma efectiva de control- pudiendo ser además una forma más rentable para vigilar la dinámica de la transmisión del virus, incorporando datos de las personas que no tienen acceso a test de diagnóstico, ayudando de este modo, a controlar la propagación en comunidades enteras.

La ciencia, puede ser definida como la búsqueda del conocimiento de nosotros mismos y de todos los fenómenos que nos rodean. Mediante ella buscamos las leyes que rigen el funcionamiento de todas las cosas existentes en nuestra vida, con la finalidad de conocer y tener cierto grado de control sobre estas. De este punto, podemos derivar que la ciencia se construye para el servicio de la sociedad y, por lo tanto, invertir en infraestructura y capital humano para la generación de ciencia nos hace estar mejor preparados para afrontar epidemias como la actual pandemia mundial.

Con base en estos antecedentes, es difícil entender que el presupuesto para el año 2020 destinado a ciencia y tecnología corresponda solo al 0,38% del PIB nacional, lejos del promedio 2,4% de la OCDE, y más lejos de países como Alemania y Japón que invierten el 3,0% y el 3,2% de su PIB respectivamente. En este mismo sentido, Chile se ubica en los últimos lugares de inversión del PIB nacional respecto al presupuesto de ciencia. Más aún se hace incomprensible la disminución en un 9% del presupuesto asignado a la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo ANID para el año 2021. Desde varios años atrás, se puede observar el desinterés político-administrativo sobre la inversión en ciencias en Chile, el que no solo ha sido de la actual administración. En mi pensamiento “Pan para hoy, hambre para mañana”, frase utilizada también en otros contextos.

Más allá de la presente pandemia Covid-19, de los aprendizajes y reflexiones que nos pueda dejar esta y otras catástrofes que podrían presentarse en el futuro; la petición del cuerpo científico es a relevar las ciencias, entregando el espacio y los recursos necesarios para su buen desarrollo. Debemos darnos cuenta, al igual que lo han hecho otros países más avanzados, que la valoración de las ciencias es fundamental para incrementar el conocimiento propio, el crecimiento económico, el bienestar social, la paz y el desarrollo.