Educar bien, hoy


Muchos conflictos sociales, políticos, empresariales, financieros, organizacionales, etc., que ocurren hoy dejan en evidencia que existe una amplia gama de conductas que antes dábamos por “aceptadas,” por su “naturalidad cultural”, pero cuando reflexionamos acerca de ellas, resultan reprochables o repulsivas. Los sentimientos morales afloran cuando asumimos que lo obrado daña a las personas, perjudica, menoscaba o las degrada en su dignidad. Muchas veces bajo la forma de estímulo, motivación, disciplina, e incluso del “inocente” alago personal se encierran, objetiva y subjetivamente, prácticas que van en contra del bien obrar. Aquello que antes parecía aceptable, hoy ya no lo es.

Si esta concienciación de comportamientos y conductas la llevamos a la Escuela, entonces la reflexión es más urgente y necesaria aún por cuanto es ahí donde se cimenta el actuar futuro. La amenaza con castigo físico o psicológico, expulsión, burlas o menosprecio a estudiantes, la publicidad de calificaciones, sobrenombres, organización de cursos por rendimiento o comportamiento, así como premios por notas, castigar en biblioteca o permitir que algunos monopolicen el desarrollo de clases debiera llamarnos la atención respecto del “no-bien” que estamos haciendo o permitiendo con tales prácticas. Fumar en clases ha sido desterrado, pero persisten aún otras prácticas discriminadoras y degradantes del ser humano que persisten en nuestras escuelas y aulas.

Si el criterio para hacer algo eran nuestros intereses, necesidades y juicios personales, hoy debemos pensar en el bien de nuestros estudiantes, sus familias y la comunidad a la cual estamos contribuyendo con la formación de personas. Ya no tiene sentido calificar y “distinguir” a los estudiantes por su rendimiento, promediar lo que aprendieron en un año o hacer extensas examinaciones conceptuales, como no tiene sentido hacer competir a los estudiantes, cursos y escuelas entre ellas si queremos integrarlos a comunidades caracterizadas por la diversidad.

Tampoco parece relevante centrar el currículo en la apropiación de conocimientos si estos son relativos, están cambiando y no aportan a la conservación del medio ambiente ni a la vida comunitaria.

Educar bien hoy implica cambiar aquellas prácticas sociales que nos dañan como persona y sociedad, lo que nos ha de llevar a dotar de una nueva finalidad a la educación familiar, escolar y cívica. En lo que respecta a la escuela, se precisa un docente capaz de desarrollar una labor pedagógica colaborativa y que coopere con otros profesionales en el logro de fines educativos centrados en la persona del educando, que modele prácticas que sobrepasen lo meramente cognitivo y tecnológico. Que los directivos gestionen y lideren pedagógicamente “procesos humanos”, relacionados con convivencia, desarrollo integral de personas, prácticas de buenas costumbres y hábitos nobles, además de promover la interacción dialógica y comunitaria y hacer aportes sustantivos al sistema ecológico en que se inserta la unidad educativa. Finalmente, se precisa que la Escuela de hoy sea una organización de personas que esté al servicio de la comprensión humana y cuya finalidad institucional sea la sabiduría práctica, única capaz de asegurar el buen vivir. Educar hoy, es formar personas de bien y no sabios de escorzos de la realidad.