Educando al Leonardo del siglo XXI


Aun cuando Leonardo Da Vinci (1452 – 1519) no asistió a ninguna escuela (no existían) ni tuvo instrucción educacional sistemática, más allá de haber ingresado como aprendiz al taller artístico de Andrea del Verrocchio, fue capaz de “aprender” y “comprender” por sí mismo todo el saber de su tiempo, su rica creatividad le llevo a ser «pintor», «inventor», «ingeniero», «científico» (anatomía, zoología, geografía, etc.), “naturalista”, “dibujante”, “músico”, “escultor”, “arquitecto” (aun cuando no se conservan obras suyas), y por añadidura fue un gran “pensador”. Leonardo Da Vinci es la mayor expresión del pensador universal que ha conocido la humanidad y difícilmente podamos ver otro Leonardo, toda vez que los modelos educativos y laborales privilegian la especialización.

Pensar en “nuevos Leonardos” egresados de nuestras escuelas, formados para vivir en del siglo XXI, capaces de dominar todos los saberes disciplinares preestablecidos en el currículo escolar (con predominio del conocimiento científico), que tengan las competencias “blandas” del ciudadano que le permita enfrentar los cambiantes mundos laborales, políticos y culturales que comportan la globalización, incluida la inestabilidad familiar, que además, sobreviva a la hegemonía del “mercadismo” y supere los impactos que produce en la intimidad de las personas el efecto, muchas veces dañino que ejercen las redes sociales (con mas poder que las mismas leyes positivas), se ve más bien como una ilusión poco realista que como una posibilidad cierta de alcanzar un ideal humano integral.

Creer que hoy egresen de las escuelas nuevos Leonardos, capaces de iluminar con su genio la humanidad futura es pedir demasiado pues nadie, ninguna persona, por mas inteligente que sea, es capaz de saber todo, nadie puede dominar todos los saberes teóricos (conocimientos) y técnicos (procedimentales) disponibles en la actualidad e impuestos en los programas de estudios, ni menos aún desarrollar todas las habilidades sociales (hábitos buenos, valores), requeridas para vivir bien, en armonía y “feliz”. Dos tercios del currículo escolar dicen relación con contenidos cognitivos y apenas un tercio con habilidades artísticas y socioafectivas. Desde el punto de vista de la “eficiencia externa” del sistema escolar, sólo se mide conocimientos disciplinares y algunas habilidades intelectuales asociadas a la retención o comprensión de ese conocimiento, por cuanto el modelo evaluativo sigue siendo psicométrico y sirve sólo para seleccionar a los sujetos y grupos mas aventajados en esa área cognitiva. Simce y PSU sirven, únicamente para discriminar negativamente.

El “Nuevo Leonardo”, el Leonardo de s. XXI no lo hemos de encontrar en un individuo en particular, sino en una persona comunitaria, vacacionadas socialmente, una comunidad que comparte proyectos comunes y colaborativa en la conquista de los bienes comunes. El Leonardo del siglo XXI es la comunidad, la unión de voluntades que han superado individualismos y egoísmos, que en equipo, con sentido humano. Además, esta comunidad de personas, debe tener una altísima conciencia ecológica, pues ha de comprender la fragilidad de la existencia “terrenal” y está dispuesta a colaborar con otras comunidades en la preservación del equilibrio natural. El Leonardo del s. XXI es una persona humano con sentido comunitario y ecológico, universal desde el punto de vista de la cultura y comprensiva desde el punto de vista la naturaleza.