Dos poderosas razones llevan en Chile a convertir educación, salud y previsión laboral en bienes de consumo, generando grandes negocios para sostenedores y administradores, y a cuarenta años no se han consolidado como mecanismos de desarrollo social. Así, el predominio mundial de la Economía de Libre Mercado, basada en la teoría capitalista, tiene como fin la acumulación de riqueza y la transferencia de los fines del Estado a manos privadas, reduciendo su rol de garante del bien común y limitándolo a funciones subsidiarias.
La ideología neoliberal origina una cultura materializada, con predominio de bienes de consumo y personas concebidas como meros clientes, una sociedad carente de espiritualidad, sin sentido de unidad (y menos aún de trascendencia) y aferrada a la existencia egoísta del tener.
Por ello, concebir la educación como un bien de consumo no sólo es un error antropológico y ético, incompatible con la visión del hombre como persona humana, sino que igualmente es un engaño hacer creer a los padres que son los únicos con el deber de educar y que sólo tienen que elegir dónde. Los padres son los primeros y naturales educadores de sus hijos, pero también lo es el Estado, pues como institución natural ha de brindar educación a todos por igual, con la misma calidad e integrada, sin discriminación.
Es falso que los padres puedan elegir «libremente» la educación de sus hijos sin que esa decisión pase por su capacidad económica para financiar matrícula, mensualidad, cuota del Centro de Padres, certificaciones, útiles escolares, uniforme, alimentación, movilización, viajes de estudios y los costos que implica el desarrollo social de sus hijos como festividades, convivencias, recreación, etc. Son pocos los que pueden solventar gastos que suelen pasar los 250 mil pesos mensuales por cada hijo, sin considerar la enseñanza universitaria.
La educación es previa a la entrada de las personas al mercado de bienes y servicios, pues una persona sin educación no sólo carecerá de capacidad de pago sino que, por falta de perfeccionamientos y competencias, será vulnerable al engaño, la manipulación y todas las formas de esclavitud del capitalismo monetario. Es deber del Estado generar igualdad de oportunidades a través de la educación, emparejando al máximo las diferencias naturales que la sociedad de consumo se ocupa de hacer entre los ciudadanos (origen, clase social, dependencia escolar, sistema de salud, etc.) para tener un mercado más competitivo.
Aladino Araneda Valdés
Académico Facultad de Educación
Universidad Católica de la Santísima Concpeción