Este sábado por la mañana recibí la triste noticia del fallecimiento de “Don” Mario Urzúa A., periodista destacado y quién fuera Director de la Escuela de Periodismo en la USS y de la UCSC, ex decano de la Facultad de Comunicación, Historia y Cs. Sociales, cargo que tuvo que dejar producto de su frágil estado de salud.
No tuve clases con él. Jamás visité sus cátedras. Nunca le escuche una conferencia, charla o discurso. Pero a la postre eso no fue necesario para mí. Más que mal yo no elegí el camino del periodismo, sino que el de la academia universitaria y fue ahí, en los patios de los campus en la hora del café clásico de media mañana que acompaña el cambio de módulo, donde puede conocerlo. Aunque él no consumía ese brebaje si lo usaba como pretexto para intercambiar ideas con Julio Retamal F., Julius Kakarieka, Héctor Herrera Cajas, entre otros.
Fui afortunado al ingresar a ese mundo tan especial de “Don” Mario Urzúa, de viajero impenitente, conversador incansable, lector voraz de novelas en inglés, fumador empedernido, de un fino humor negro, irónico como pocos.
Fue un convencido de que junto a la alta formación que debían recibir los futuros profesionales de la información era indispensable entregar sólidos principios éticos, valóricos y conocimientos humanísticos, potenciando los cursos de Historia y los seminarios formativos en Humanidades. Esa visión lo llevó a liderar procesos en la Escuela de Periodismo de la Universidad San Sebastián para luego continuar su labor en la misma carrera pero esta vez en la Universidad Católica de la Santísima Concepción (1997-2013). Sus ideas alcanzarían aquí su máxima expresión, dado que la Escuela lograría ser acreditada nacional e internacionalmente, un doble reconocimiento que era un hecho inédito en el sistema.
Su estilo de trabajo, franco, directo, transparente (“la lealtad es un bien escaso”, afirmó más de una vez), y la juventud de los profesores que lideró durante tantos años le permitieron tejer lazos y establecer las confianzas necesarias para cristalizar sus ideas en bien de los estudiantes y de la Universidad Católica de la Ssma. Concepción. Creía firmemente en la necesidad de que los jóvenes profesores realizaran sus posgrados, y estaba dispuesto a brindar los apoyos necesarios con tal fin. Consideraba que parte de la formación universitaria era la asistencia de profesores y alumnos a diversos congresos ya sean nacionales e internacionales, así estimuló permanentemente la difusión de este tipo de actividades al interior de su comunidad. Además, para él la creación de conocimiento, la formulación de proyectos y el trabajo investigativo propio de los ámbitos universitarios debían basarse en la flexibilidad horaria de la que debía gozar todo académico. Al final, lo que el profesor debía enarbolar era su productividad intelectual y el buen desempeño de su labor docente con todo lo que ello implica.
No tengo dudas que muchos periodistas de la región, sobre todo los que pasaron por las aulas de la Escuela de Periodismo de la USS o de la UCSC, tuvieron clases, recibieron la influencia o fueron parte de una grata conversación con “Don Mario” sabrán ponderar mejor que yo el efecto que tuvo en alguna dimensión de sus vidas. En la hora de la despedida para mí el “Don” Mario, siempre llevará ese vocablo que antecedía su nombre como signo inextinguible de respeto intelectual, distinción, nobleza de espíritu, logros personales y caballerosidad a toda prueba.