Día Internacional de la Mujer y el rol de los varones


Cuando Naciones Unidas declaró el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer no sólo quiso reconocer el aporte del género femenino al desarrollo humano, sino también promover la responsabilidad que toda la sociedad tiene en la valoración y respeto de los derechos de las mujeres.

A pesar de lo anterior, diversas situaciones demuestran que esto aún no se ha concretado y que aún existen instancias en que las mujeres son discriminadas y maltratadas. Ejemplo de ello son las brechas de remuneración que persisten entre hombres y mujeres, diferencia que alcanza a más de $97.000 en promedio (Encuesta Suplementaria de Ingresos, 2012); la cantidad de femicidios que anualmente se registran: 315 mujeres asesinadas entre 2007 y 2012 (Fiscalía, 2012); el incremento de las denuncias por violencia de pareja de 54.000 casos en 2007 a 137.296 en 2012 (Fiscalía, 2012); la cantidad de niños y niñas maltratadas en sus hogares y abusadas sexualmente por hombres fundamentalmente, de hecho, de los 4.000 casos de maltrato infantil que ingresaron al sistema en 2010 más de un 80% correspondía a abusos sexuales (Sename, 2010).

En este sentido, los distintos Gobiernos han generado medidas tendientes a disminuir las brechas de inequidad y estos atropellos a los Derechos Humanos, pero a todas luces siguen siendo insuficientes. Sin embargo, no podemos seguir depositando la responsabilidad de garantizar estos derechos sólo en el Estado.

Los hombres debemos hacernos cargo y tenemos que promover conductas de respeto y de valoración hacia las mujeres con quienes compartimos a diario en nuestros hogares, pues somos sus principales agresores y maltratadores. Por lo tanto, un primer llamado de atención es a respetar la dignidad e integridad de ellas en el plano que se denomina “privado”.

El respeto a las compañeras de trabajo, la valoración de sus aportes y la equidad en las remuneraciones son otros aspectos de los que nos debemos responsabilizar promoviendo el cumplimiento de los derechos de todas las mujeres, sobre todo en estos espacios definidos como “públicos”. La erradicación de conductas machistas y comentarios sexistas hacia otras mujeres con las que interactuamos a diario es un imperativo: es la única forma de generar relaciones humanas no violentas, más respetuosas y equitativas entre hombres y mujeres.

aabarcaAlejandro Abarca Díaz
Académico Trabajo Social
Universidad Católica de la Santísima Concepción